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Antonio Pérez-Alcalá, un proponente del silencio

Christine Stoddard | Para el Catholic Herald

Antonio Pérez-Alcalá canta villancicos con algunos jóvenes en un centro comercial en Herndon.

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“El silencio es un vehículo para encontrar a Dios”, dijo Antonio Pérez-Alcalá. “No solo es el único camino, pero la gente no puede madurar en su fe sin el silencio. Es una parte profunda de la vida espiritual”.

Pero no siempre ha pensado así. Contó cómo hubo un periodo de su vida en que él casi nunca pensaba en su fe.

Hoy Pérez-Alcalá es el laico consagrado de Stabat Mater en McLean, un instituto secular mariano que fue fundado por el Padre Tomás Morales Pérez en Madrid. Pero él era un estudiante de la ingeniería cuando caminaba por las calles de Madrid, totalmente inocente de que su vida cambiaría para siempre.

Pérez-Alcalá dijo que tenía 19 o 20 años cuando un hombre le paró en la calle para preguntarle si era católico. Dijo que sí, pero hoy dice que contestó así porque “en España, todos eran católicos”. Aunque asistía a una escuela católica e iba a Misa cada semana con sus padres, él se describió a si mismo y a su familia como “buena gente” que no estaban muy involucrados en la iglesia. Entonces, cuando este extranjero le invitó a un retiro en las montañas con las Cruzadas de Santa María, aceptó porque sentía curiosidad por la experiencia.

“Hicimos un campamento y vi las estrellas y tuve una experiencia religiosa”, dijo. “Fue impactante. Fue algo especial”.

Fue en las montañas que él apreció el valor de las montañas, algo que es un componente de la espiritualidad de Stabat Mater. Eso y el énfasis de pasar un tiempo con la naturaleza.

Pronto Pérez-Alcalá empezó a acompañar al grupo en las montañas. Dijo que los viajes no eran deportivos sino que eran experiencias espirituales. Poco a poco, él se involucró en la iglesia. Un año después de su primer retiro en las montañas, le dijo a sus padres que iba a mudarse a la residencia de Stabat Mater. Hasta este punto, vivía en casa con sus padres y viajaba a sus clases, entonces a ellos no les gustó el anuncio. Lo consideraron ser una decisión poco práctica porque la casa familiar estaba a una milla de la residencia de Stabat Mater.

“[Los laicos] usualmente no viven juntos en una comunidad pero nosotros sí”, dijo Pérez-Alcalá. “Mis padres necesitaban algunos años para entender y para renovar nuestras relaciones, pero yo sabía claramente lo que yo quería”.

Después de su periodo de discernimiento, hizo sus votos de la pobreza, la castidad y la obediencia. Se graduó de la universidad y comenzó su carrera como ingeniero mientras seguía viviendo en la comunidad.

Pérez-Alcalá vivió en comunidades de Stabat Mater en Salamanca, Burgos y Zaragoza antes de que él fuera designado a Washington en 1993. Cuando salió de Madrid, paró su carrera como ingeniero y llegó a ser un director de ejercicios espirituales para los jóvenes.

“Es una vocación porque no es algo que todos pueden hacer”, dijo. “Es difícil trabajar con los jóvenes, especialmente los adolescentes”.

A pesar de los retos, Pérez-Alcalá dice que las recompensas son grandes.

“Hay júbilo al ver a los jóvenes crecer en su vida cristiana”, dijo.

El retiro silencioso es uno de sus ejercicios favoritos. Durante los retiros, los participantes deben estar completamente silenciosos y pasar su tiempo en reflexionar, orar o leer textos espirituales. La meta es alimentar la contemplación.

“Hay una idea equivocada de que los jóvenes solo quieren el ruido y la música y parloteo pero la verdad es que también a ellos les gustan los retiros silenciosos”, dijo Pérez-Alcalá.

Mientras que el Instituto Stabat Mater no fue fundado para animar las vocaciones, Pérez-Alcalá dijo que muchos de los jóvenes con quien ha trabajado han escogido el sacerdocio o la vida consagrada.

“Tratamos de dirigirlos a todos según lo que quiera Dios para ellos”, dijo.

Hoy hay cuatro hombres que viven en la comunidad de Stabat Mater en McLean y todos son hispanos. Por eso, los jóvenes que sirven son hispanos. Pérez-Alcalá dijo que especialmente quiere servir a los jóvenes que tienen familias desestructuradas por la inmigración.

“La idea de nuestro fundador fue que en primer lugar necesitamos servir a España y Hispano América”, dijo Pérez-Alcalá. “En segundo lugar, el resto del mundo”. Añadió que aunque quisiera servir a la gente de otras culturas, el Instituto de Stabat Mater está muy ocupado con la comunidad hispana.

Dijo que servir a la comunidad hispana con retiros y peregrinaciones es muy gratificante y que no considera las diferencias culturales entre los españoles y los salvadoreños, por ejemplo, como barreras.

“No somos hispanos católicos. Somos católicos hispanos. El aspecto más importante de nuestra identidad es nuestra fe”, dijo.

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