ach-logo-spanish.svg
noticias locales

Cuaresma: Un corazón nuevo lleno de Misericordia

Hna. Maria Elizabeth Borobia

Dios desea habitar en nuestro corazón. ¡De verdad! Dios desea morar así de cerca. Cuaresma es momento propicio para abrir más la puerta del corazón, de dejar que Dios perdone lo que necesite purificación, y sobre todo de permitir que Dios sea Dios, y que la Trinidad tenga plena libertad de actuar en nosotros, y con nosotros. Dios desea recrear nuestro corazón.

Hace más de doce años conocí a un jóven, Gustavo, en nuestra librería en Chicago. En todas las ciudades en dónde realizamos nuestra misión de evangelización, Dios nos pone en contacto con personas de todo tipo, con una variedad de experiencias e historias. Nunca olvidaré a Gustavo.

Gustavo había sido abandonado por su padre desde chico. Su madre había hecho todo lo posible por criarlo y darle lo que podía. Desafortunadamente, Gustavo cayó en manos de “amigos” que no le convenían. Después de años de drogas, relaciones que lo dejaron vacío y herido, este jóven empezó a buscar a Dios. Avergonzado de lo que había hecho, él se propuso vivir una vida penitencial.

Cuando Gustavo entró en la Librería Paulina esa tarde, estaba vestido con una túnica blanca, cubierta con un manto morado. Llevaba sandalias y su cabello largo escurría de sudor. Lo que más me impresionó fue la cruz inmensa de madera pesada que llevaba, posiblemente más pesada que Gustavo mismo. Al mirar su rostro, se que ví los ojos del hijo pródigo, arrepentido y convencido de haber perdido su derecho a ser parte de su familia. Al mismo tiempo, era el rostro de Cristo sufriente.

Recordando a Gustavo me hace pensar tanto en una escena de la película La Misión, sobre los misioneros jesuitas en Paraguay. Si han visto la película (lo recomiendo para los adultos), recordarán el personaje de Rodrigo. Antes de su conversión era un mercenario, raptando a niños, mujeres y hombres indígenas y vendiéndolos como esclavos a patrones ricos en Sur América. Mata a quien se opone para lograr lo que quiere. Su corazón se endurece más y más con las barbaridades de su negocio y también de su vida privada hasta llegar al punto de matar a su propio hermano menor en un momento de rabia al reconocer que su amante amaba más a su hermano que a él.

A cierto punto, Rodrigo reconoce su pecado, y como Gustavo, quiere vivir una vida penitencial, sin darse cuenta que se está dañando a sí mismo. Vive como recluso, no quiere comer, y vive en una obscuridad interior. Uno de los misioneros jesuitas le reta escoger su propia penitencia – alguna penitencia que lo lleve a los indígenas a los cuales él había herido profundamente. Sin decirles todo lo que pasa, basta decir que Rodrigo escoge una penitencia durísima – el de llevar todos los instrumentos de su negocio anterior: espadas, escudos, látigos, cascos de fierro, cadenas gruesas? dentro de una red, y de cargar ese peso inmenso hasta las Cataratas del Iguazú. Es él mismo quien hace el esfuerzo. Nada cambia interiormente, hasta que un niño guaraní va corriendo hacia él con cuchillo en mano. Rodrigo, convencido de que él merece la muerte, espera el cuchillazo. En cambio, el niño corta el cordón que tiene a Rodrigo atado a su peso penitencial. En ese momento, Rodrigo llora con todo el corazón. Las lágrimas de Rodrigo son lagrimas de sanación, de alguien perdonado, listo para ser recreado.

¿Quién de nosotros no ha ofendido a Dios o a nuestro prójimo y ha sentido la necesidad del perdón? Acudamos al Padre de misericordia en la confesión, sobre todo en este año de gracia. Dios nos espera con tanto amor.

Esta cuaresma, entrega tu dolor, tu necesidad de perdón a Dios. El aun más que nosotros desea que vivamos en la libertad de reconocer que somos sus hijos, que somos infinitamente amados, perdonados. Dios es el quien recrea nuestro corazón. De nuestra parte solo basta abrirnos a esta obra de misericordia. Como nos recuerda nuestro Santo Padre Francisco, Dios ES misericordia. Pongamos nuestro corazón confiadamente en Sús manos.

Hna. María Elizabeth, Hija de San Pablo, trabaja para Pauline Books and Media en Alexandria.

Related Articles