Recuerdo que de pequeña cuando hablaban de los santos me los
imaginaba como súper héroes. Eran personas superdotadas con fuerzas
sobrehumanas que hacían cosas sobrenaturales.
Cuando leía de su vida me parecía que habían nacido santos. Como eran
tan perfectos nunca sentía una necesidad o capacidad para imitarlos. Para mi
los santos se admiraban pero no se imitaban. Un día, hace muchos años, conocí a
un sacerdote que me pregunto si yo quería ser santa. La pregunta me pareció muy
extraña. Nunca había pensado en esa posibilidad y además no tenia ningún deseo.
Para mi era suficiente ser buena. ¿Para que había que esforzarse mas? En esa
época para mi la santidad no era nada atractiva. Pensaba que para ser santa
tendría que ser perfecta y aburrida.
Además, no era lo que veía en la televisión, en las tiendas, y en las
películas. ¿Cómo voy a querer ser como alguien que nunca había visto?
Lamentablemente esta mentalidad que tenia yo en esa época es la
mentalidad de la mayoría de los católicos piensan que es suficiente ir a misa
los domingos y rezar de vez en cuando, pero ¿ser santo? eso no. Hemos creído la
mentira que el santo es el perfecto y que Dios nos viene a quitar la alegría en
vez de darla. Creemos que el santo es el que nunca se equivoca, el que vive sin
pecado, y el que nunca sufre tentaciones. ¿Pero de donde viene estas mentiras?
Obviamente vienen del diablo que nos quiere desanimar y no quiere que hagamos
la voluntad de Dios. Nos dice San Pablo que la voluntad de Dios es que seamos
santos (1 Tes 4:3) y Jesús mismo nos dice que seamos santos como Dios es santo
(Mt 5:48). ¿Pero, como podemos ser santo como Dios es santo? Debemos recordar
lo que dijo Jesús, que sin El nada podemos hacer (Jn 15:5) y que todo es
posible para aquel que cree (Mac 9:23).
Así que si queremos ser santos el primer paso que hay que hacer
es desearlo. Además, hay que tener en claro que como dice San José María
Escrivá “un santo es un pecador que
sigue intentando”. No se trata de no equivocarse sino de saber levantarse cada
vez que caigamos apoyados en la confianza que con Jesús todo se puede. Santa Teresita del Niño Jesús, una de las mas
grande santas, doctora de la Iglesia, dice que la santidad consiste en ser muy
pequeños. Ella habla de la niñez espiritual. No se trata de ser inmaduros como
niños sino tener la plena confianza que tienen los niños en sus padres. Ella
dice que su confianza en que algún día seria santa no viene en sus méritos
(dice que no tenia ninguno) sino en su confianza que con la ayuda de Dios El lo
haría en ella. Ella cuando se comparaba con los grandes santos se veía como un
grano de arena ante una montaña, pero sabia que los brazos de Jesús las podían
elevar a ser una gran santa. Así, que el primer paso es desear ser santo y el
segundo es confiar que con la ayuda de Jesús lo podrás alcanzar.
El tercer paso es traer a Jesús a tu vida ordinaria. Decía la
Madre Teresa que ser santo no se trataba de hacer cosas grandes sino cosas
pequeñas con mucho amor. Tengo una amiga que cada vez que se despierta a
amamantar a su hija recién nacida ofrece ese sacrificio de cansancio por el
bien de una persona que ella sabe que necesita oración. Ella quizás no haga
cosas que ante los demás sea “grande” pero aprovecha los pequeños sacrificios
de su vida ordinaria para ofrecérselo a Dios. Eso es lo que podemos hacer tu y
yo. Podemos ofrecer esas ganas de tomar soda y preferir tomar agua. Podemos
rezar una década en el carro cuando estamos en trafico en vez de ponernos
molestos, podemos escríbír en un calendarío el nombre de una persona dístínta
cada día y ofrecer las íncomodídades de ese día para esa persona.
Quizás una de mis definiciones favoritas de la santidad es que
“la santidad consiste en estar siempre alegres” (San Juan Bosco). Creo que
muchos tienen una idea equivocada que dice que el santo es el amargado, el que
no sabe disfrutar la vida, pero es todo lo contrario. El que tiene a Dios le
sobran motivos para estar alegre. No quiero decir que uno no pase por momentos difíciles
o de tristeza, pero siempre tendrás certeza que Dios esta cerca. Una de mis
mejores amigas tuvo un cáncer terrible que casi le quita la vida, pero lo
sorprendente era ver la alegría que irradiaba. Nunca en mi vida he visto una
persona mas feliz. Muchos no podían entender como podía estar tan contenta
cuando estaba sufriendo tanto. Ella explicaba que nunca se había sentida mas
cerca de Jesús que en ese momento. Y donde esta Jesús hay paz y alegría.
Este nuevo milenio necesita de Dios. Los santos son la expresión
mas viva que le proclama al mundo que Dios es real, que El existe y que es
capaz de transformar la vida. ¿Nunca has visto un santo que se parezca a ti?
¡Entonces se tu el primero! Necesitamos santos que trabajen en la construcción,
limpiando casas, que sean maestras, amas de casas, estudiantes, futbolistas,
obreros, etc. Dios te quiere santificar donde estas. Quiere entrar en tu vida y
en la vida de tu familia. Dios quiere transformar el mundo una comunidad, una
cuadra, una casa, una persona a la vez. ¿Aceptas el reto?
Briceño,
una virgen consagrada, se dedica a la evangelización a través de su
ministerio happyfeetministries.com.