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En momentos de crisis

Carmen Briceño

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Hemos visto noticias terribles sobre los abusos que han ocurrido dentro de la Iglesia. Y la pregunta que muchos tenemos es ¿como debemos responder ante estos escándalos? Lo primero que debemos entender es que todo pecado es un escandalo. Todo pecado hiere a Dios, todo pecado hiere su, su Iglesia, pero cuando vienen de la jerarquía causan mayor dolor y confusión. Estos escándalos son dolorosísimos especialmente por las victimas y sus familias y lo tanto que han sufrido. Son dolorosísimos por los miles de fieles que se siente traicionados y confundidos. También son dolorosísimos para tantos sacerdotes que han entregado su vida a Dios y luchan por ser fieles, castos y virtuosos y que ahora sufren a causa de sus hermanos que han sido infieles.

Ante tanto escandalo ¿cómo debemos responder? Como cristianos estamos llamados a ser como Jesús. El es nuestro modelo. Jesús supo lo que significó ser traicionado. El había elegido 12 para que estuvieran con El y sin embargo uno de ellos lo traiciono. Jesús condenaba la hipocresía y denunciaba el pecado.  Jesús estaba cerca de los que sufrían y clamaba ante la indiferencia. Jesús ante el horror del pecado oró, y ofreció su vida como victima de expiación.  Clavo en su cuerpo los pecados del mundo y murió intercediendo por los pecadores

Si seguimos su ejemplo nos damos cuenta que ante los abusos hay que saber hablar y denunciar. Hay que saber crear ambientes de protección y ser vigilantes ante cualquier situación irregular. Esto no solo dentro del ambiente de la Iglesia, sino también en las escuelas y en las familias. Hay que acompañar a las victimas y a tantos que sufren. Tenemos que aprender a ser como Simón el Cirineo y ayudar a cargar la cruz de los demás.  Jesús también nos enseña a amar a los enemigos y rezar por los que nos persiguen. ¿Cuándo escuchas de estos escándalos rezas, ofreces ayuno y sacrificios? Debemos doblar rodilla, orar con fervor y hacer sacrificios y ayunos en reparación por los pecados. Debemos ser como Jesús que ante el pecado del mundo ofrece su vida en expiación.

El dolor grande que sentimos es de saber que tantos que debieron ser ejemplos y los primeros protectores fueron mas bien los agresores. Nos duele la hipocresía de la doble vida y la inacción de tantos que pudiendo hacer algo se lavaron las manos. Pero también es un llamado de atención para ver la espiga en nuestros propios ojos. ¿Como estamos viviendo nuestra vida?  ¿Vivimos vidas autenticas dedicados al servicio de Dios y los demás o somos causa de escandalo con nuestros pecados? ¿Cuándo vemos pecado ajeno nos quedamos callados o con amor confrontamos a nuestro hermano? ¿Estamos cerca de los que sufren o somos indiferentes al dolor ajeno? Debemos ser cristianos de oración y virtud, cristianos auténticos sin doble vida. Debemos estar cerca al dolor ajeno y ayudar a denunciar el pecado en todas sus formas. Pero mas que todo debemos ser cristianos al pie de la cruz que claman ante Dios por la conversión de los pecadores.

En estos días tan oscuros recemos por los seminaristas, por los sacerdotes y por la Iglesia. Pero de manera especial recemos y ofrezcamos sacrificios por las victimas y sus familias.

Briceño, una virgen consagrada, se dedica a la evangelización a través de su ministerio happyfeetministries.com

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