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América Latina deja huella en documento sinodal, dice obispo

Junno Arocho Esteves | Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO — El llamado al discipulado misionero que ha estado al centro de la nueva evangelización en América Latina y el Caribe dejó su marca en el documento final del Sínodo de los Obispos, dijo un obispo puertorriqueño.

El obispo Rubén González Medina de Ponce dijo a Catholic News Service el 29 de octubre que el énfasis del sínodo en las experiencias de los discípulos que encuentran a Jesús en el camino a Emaús también fue un tema familiar que había sido explorado en la reunión del Consejo Episcopal Latinoamericana en Santo Domingo, República Dominicana, en 1992.

“En todo el documento (sinodal), especialmente para nosotros en América Latina y el Caribe, hay algunas pistas donde somos claramente identificados porque, por supuesto, el papa es latinoamericano”, él dijo.

Puerto Rico estuvo en los titulares en 2017 cuando una tormenta de categoría 4, huracán María, destrozó la isla, obligando a muchos que perdieron sus casas a huir en busca de una mejor vida en los Estados Unidos continentales. La mayoría de los que se quedaron vivieron varios meses sin electricidad.

El obispo González dijo que aunque él compartió con el sínodo algunos de los retos económicos y sociales que enfrentan los jóvenes en Puerto Rico, muchos de los asuntos que les interesa — la migración, la familia y la educación, por ejemplo — fueron abordados por otros obispos durante el sínodo.

“Hablé durante la tercera sesión, así que muchas de las cosas que hubiese querido decir ya se habían dicho”, él dijo a CNS. “Solo tenía tres minutos, así que tenía que ir directo al punto”.

Durante su discurso ante el sínodo el 16 de octubre, el obispo González expuso seis propuestas concretas para ayudar a los jóvenes a experimentar un “discernimiento consciente y comprometido” que responda al mensaje del Evangelio.

Entre sus propuestas había un programa de formación de “discipulado misionero” antes que los jóvenes reciban el sacramento de la Confirmación. Él dijo que el programa le permitiría a los jóvenes recibir “una catequesis adecuada que establezca los cimientos para, y fortalezca, el don de la fe recibida en el Bautismo”.

El obispo González dijo a CNS que sus propuestas atendían algunos de los “aspectos clave del discipulado misionero” para la iglesia en Puerto Rico.

“La familia, la juventud, la educación, la salud, la economía y la pobreza son todos aspectos clave de la misión”, él explicó. “Hay desintegración de la familia y divorcio. Otro problema para los jóvenes es no solo que emigran, sino también que están desorientados debido al problema de las drogas, el problema de la vulnerabilidad. Esto significa que tenemos que educar y educar con consciencia y responsabilidad. No solo simplemente catecismo, sino liderazgo, un liderazgo que es asumido dentro del servicio”.

Para el obispo González la meta de la evangelización en Puerto Rico es llevar a los jóvenes a convertirse en testigos auténticos de la fe y en última instancia a ser santos como el beato Carlos Manuel Rodríguez.

Habiendo nacido en 1918, el beato Rodríguez, conocido afectuosamente por los puertorriqueños como “Charlie”, trabajó incansablemente para promover el conocimiento del credo católico en su pueblo natal de Caguas y en todo Puerto Rico. Él le enseñaba catecismo a estudiantes de escuela secundaria, en muchos casos pagando por los suministros de ellos.

El murió de cáncer colorrectal en 1963 a la edad de 44 años y fue beatificado por san Juan Pablo II en 2001, convirtiéndose en el primer puertorriqueño y la primera persona en la historia nacida en el Caribe en ser beatificada.

“¿Qué dijo nuestro beato Carlos, puertorriqueño como nosotros, sobre la santidad? ‘Haz lo que debe hacerse y hazlo bien'”, dijo el obispo González.

Aunque el beato Carlos tenía un hermano que era monje benedictino y una hermana que se hizo monja carmelita, él sabía que no estaba llamado a la vida religiosa.

“Él dijo que fue llamado a ser laico”, dijo el obispo. “Curiosamente él es el modelo que tenemos en Puerto Rico para el camino hacia la santidad. ¿Y cómo fue el beato Carlos santificado? Haciendo lo que debe hacerse”.

“Él fue secretario de oficina, tocaba música, era catequista, trabajó en la universidad”, dijo el obispo. “Cuando uno lo mira desde el punto de vista de una vida normal, es como lo que el papa Francisco dice en su carta apostólica ‘Gaudete et Exsultate’: tenemos muchos santos como vecinos”.

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