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Habitantes del Amazonas desean que sínodo aborde falta de sacerdotes

Junno Arocho Esteves | Catholic News Service

QUITO, — El próximo Sínodo de los Obispos para la Amazonía, se enfocará en las consecuencias del cambio climático en el medioambiente y en comunidades indígenas, pero también examinará las maneras de satisfacer las necesidades espirituales de los pueblos de la región.

Uno de los mayores retos en la evangelización y el ministerio, es la falta de misioneros y sacerdotes, los cuales algunas personas en la región consideran que pueden ser resueltos con la ordenación de casados — hombres de probada virtud.

La ordenación de casados respondería a un reto concreto en una realidad concreta, por ejemplo, en la Amazonia –dijo el obispo español Rafael Cob, vicario apostólico de Puyo a periodistas el 14 de septiembre en Quito.

Los periodistas estaban en un viaje de estudios organizado por REPAM, Red Eclesial Panamazónica, previo al sínodo que será del 6 al 27 de octubre.

“La Amazonia es una región geográficamente difícil para evangelizar, primero debido a su distancia, su inaccesibilidad”, dijo el obispo. Pero también hay “una falta de candidatos que puedan o quieran ser sacerdotes con esa disciplina (del celibato). Entonces, lógicamente, la iglesia está buscando nuevos métodos para responder a retos concretos”.

El documento de trabajo del sínodo, de 45 páginas, publicado por el Vaticano el 17 de junio, sugirió estudiar “la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas mayores –preferiblemente indígenas, respetados y aceptados por la comunidad– incluso si tienen una familia constituida y estable”.

Si bien el papa Francisco ha dejado en claro que no estaba de acuerdo con permitir “el celibato opcional” para los sacerdotes, sí dijo que estaba dispuesto a estudiar la posibilidad de ordenar a hombres casados en lugares muy remotos, tales como la Amazonia y las islas del Pacífico, donde las comunidades católicas rara vez tienen Misa porque no hay sacerdotes.

En uno de esos sitios remotos está la comunidad indígena Kichwa de Sarayaku, localizada muy adentro en la región de la Amazonía ecuatoriana y accesible solamente con avioneta o luego de navegar 4 horas en canoa.  Franco Tulio Viteri Gualinga, ex-presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonia Ecuatoriana (CONAIE) y miembro de la comunidad Sarayaku, le dijo a la prensa el 17 de septiembre que a veces un sacerdote u obispo viene cada dos semanas o en ocasiones solamente una vez al vez.

Ante la ausencia de un sacerdote, una religiosa que vive en la aldea guía a la comunidad en una liturgia de la palabra –dijo.

Cuando se le preguntó sobre la posibilidad de tener a un anciano casado ordenado en la comunidad, Viteri dijo: “Eso es lo que la iglesia necesita hacer”. Mencionó a su tío, quien es catequista en Sarayaku, y lo puso como ejemplo de un posible candidato.

Sin embargo, para la hermana de 58 años Rosa Elena Pico, ordenar a hombres casados no es la única solución en un área que es “un lugar retador para evangelizar”.

La hermana Pico, de la Congregación de las Misioneras de María Corredentora, y otras dos religiosas llegaron a Sarayaku en 2017 y a menudo guían la liturgia de la palabra en la ausencia de un sacerdote.

Aunque casi todos los habitantes del área se identifican como católicos, muchos prefieren mantener la influencia de la iglesia en la cultura Sarayaku a la distancia –dijo el 18 de septiembre.  “Muchos no quieren comprometerse con lo que la iglesia pide”, dijo la hermana Pico a los periodistas.  Un ejemplo es que de los 1,400 miembros del pueblo indígena Sarayaku, solamente seis parejas han recibido el sacramento del matrimonio. Muchos otros –dijo– creen que la gente que se casa, eventualmente se van a separar o divorciar y no podrían mantener los lazos por toda la vida del sacramento matrimonial.

A pesar de que dice sentirse bienvenida en la comunidad, la hermana dijo que se le pidió que se vaya en dos ocasiones por explicar la enseñanza de la iglesia sobre el matrimonio. Sin embargo, les respondió que permanecería “hasta que el obispo me diga que me vaya”.

La hermana Pico afirmó que la formación cristiana –particularmente entre aquellos que quieren realizar un ministerio en la comunidad– era muy importante en la región y que aunque hay falta de sacerdotes, la ordenación de casados no es la única solución.  “Creo que es necesario, cuando no hay un sacerdote, que allí esté alguien que sea representante, por ejemplo, un diácono permanente que pueda administrar los sacramentos”, dijo. “Debe haber diáconos permanentes en las comunidades”.

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