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Jóvenes quieren líderes que sean padres, no fariseos, dice observador

Por Carol Glatz | Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO — La Iglesia Católica tiene que ser un lugar de justicia y misericordia y sus miembros tienen que ser catalizadores de cambios, dijeron el 11 de octubre algunos jóvenes observadores durante el Sínodo de los Obispos.

“Para poder enseñarles justicia y misericordia a nuestros jóvenes la Iglesia primero tiene que ser un lugar de justicia y misericordia para nuestros jóvenes”, expresó Joseph Moeono-Kolio, de Samoa, quien representaba el Foro Juvenil de Caritas Internationalis y a los jóvenes de las islas del Pacífico.

Joseph le preguntó al sínodo qué podrían hacer los jóvenes para acabar con la injusticia en el mundo “cuando no podemos ni hacerlo dentro de nuestras propias iglesias”.

Comentó que el problema del abuso sexual por clérigos y la corrupción están presentes en su región, pero que “reportarlos o hasta hablar de ello aquí es suicidio profesional y cultural”.

“Los jóvenes están cansados de los fariseos, necesitamos padres”, subrayó.

Moeono-Kolio usó una analogía para expresar cómo a él le gustaría ver a los jóvenes y los ancianos vivir y trabajar juntos. Cuando sus ancestros navegaban de isla en isla, a los jóvenes fuertes se les encargaba remar mientras y los ancianos a bordo se encargaban de calcular las estrellas en el cielo y las corrientes del océano para poder guiar el bote hasta su destino común -detalló.

Ya sea el Océano Pacífico o el mar de desafíos de la actualidad, dijo, “hasta que no comencemos a remar juntos escuchando y equipando a nuestros jóvenes con las herramientas para navegar las tormentas inevitables, nuestra canoa solamente flotará en la irrelevancia”.

“Pero si ustedes, nuestros ancianos, establecen el curso correcto y pilotean esta canoa en la dirección correcta, nosotros los fieles jóvenes estamos listos para impulsarla a través de los retos” y llevar la luz de la fe hasta los confines del mundo -dijo.

Nicole Anne Pérez, catequista en Las Filipinas, le expresó al sínodo sus preocupaciones sobre cómo los católicos que están en la pastoral juvenil pueden ser catalizadores de cambios y encontrar consuelo, guía y amor en una región que tiene tantos problemas enormes.

Explicó que la descomposición de las familias, los padres enfocados más en el dinero que en sus hijos, los depredadores aprovechándose de la pobreza de los niños para explotarlos sexualmente, las relaciones poco auténticas en la internet y el sexo casual, dejan al ciudadano común preguntándose qué se puede hacer para resolver estos problemas.

La respuesta, explicó, se encuentra en Jesús cuando les dice a los fariseos que el mayor mandamiento de todos es el amor — amar a Dios y amar al prójimo como a sí mismo.

Dice observarse a sí misma para estar segura de que está siendo “una chispa de luz en la oscuridad”, pasándole esa chispa a otros y llevando personas hacia “la verdadera luz”.

El católico caldeo Safa al Abbia, dentista de 26 años de edad de Irak, instó a los participantes del sínodo a orar por Irak y apoyar sus iglesias cristianas.

Reconoció la importancia de hablar en el sínodo acerca de los temas más comunes — la familia, la sexualidad y las redes sociales — pero dijo que el mayor reto para los jóvenes en Irak es “la paz, la estabilidad y su derecho a vivir con dignidad”.

Los jóvenes están luchando por mantenerse como fieles testigos de Jesús y aferrados a sus tradiciones, valores y liturgia, dijo. Pero acotó que ellos se han criado viendo a muchos de sus hermanos y hermanas martirizados y sus iglesias bombardeadas.

“Nunca olvidaré el rostro de mis amigos después de Misa cuando dijeron ‘nos vemos la semana próxima’ y jamás volví a verlos porque se quemaron bajo el fuego de un automóvil bombardeado” hace un año cerca de la iglesia.

Comentó que los jóvenes también están abandonando el país debido a las limitadas oportunidades que hay en cuanto a empleo y educación, así como la descomposición de los valores y de la ley. Como resultado “los jóvenes iraquíes están cuestionando el impacto en sus vidas de ser iraquíes, el rol de Dios y el rol de la Iglesia a pesar de todo el buen esfuerzo que hace la iglesia por ayudar”.

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