ach-logo-spanish.svg
nacional

Obispo habla sobre que lo llevó a denunciar racismo en carta pastoral

Rhina Guidos | Catholic News Service

Una cerca de alambre en la frontera aparece en esta foto del 24 de septiembre de 2019, entre El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, México. TYLER ORSBURN | CNS

crop-border-wall(1).jpg

BALTIMORE — Horas antes del inicio oficial de la asamblea general de otoño de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos algunos de sus hermanos obispos felicitaron al obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, y otros le dijeron cuando se cruzaban con él: “Estás haciendo un gran trabajo”.  

Algunos se referían a una carta pastoral reciente que él había escrito describiendo el dolor de las comunidades méxico-americanas e inmigrantes en su diócesis, donde el racismo, dirigido contra las comunidades latinas, estalló en la tranquila ciudad fronteriza de El Paso el 3 de agosto, cuando un tirador decidido a atacar a esas poblaciones entró en un Walmart con un arma de asalto consiguió matar a 22 personas y herir a otras dos docenas.

Inmediatamente después de la tragedia, la diócesis de El Paso–sacerdotes, religiosas y laicos–se apresuraron a ayudar, pero su pastor, preocupado de que con el paso de los días la gente comenzó a olvidar el incidente, decidió situarlo de nuevo al centro de la atención en forma de una carta pastoral–un fuerte documento de doctrina de la iglesia.

En ella, el obispo Seitz forzó una mirada al racismo, incluyendo el racismo dentro de la iglesia y el modo en que las palabras, incluyendo las de los líderes políticos, junto con la acogida de la supremacía blanca por parte de una persona, contribuyeron al mortal acontecimiento e hirieron profundamente, y de manera particular, a la comunidad latina de El Paso.

“Aunque yo mismo no tengo origen latino, éste es mi pueblo”, manifestó el obispo Seitz a Catholic News Service en una entrevista del 10 de noviembre. “Son mi familia. Son mi rebaño, por así decir. Son el pueblo al que estoy llamado a servir y guiar, y, de algún modo, a proteger y han sido atacados. Yo ví sus rostros. Yo escuché su dolor”.

Los de su diócesis, con quienes pasó tiempo a raíz de la tragedia–aunque no habían sido alcanzados por las balas, o eran familia de los heridos–también son víctimas de alguna manera, dijo.

“Escuché a una mujer de unos cuarenta años, que había crecido en El Paso y me dijo, ´¿Sabe? toda mi vida me he criado aquí y me sentía como ciudadana de este país, pero con estos acontecimientos, por primera vez en mi vida, siento que me he convertido en objetivo, simplemente por el color de mi piel´. Me dolió mucho escuchar eso”.  

Dijo que quería que la carta fuera un “arranque de conversación” y también que explorara la raíz de las causas del tiroteo, “algo que lleve a más diálogo, especialmente porque la gente de mi diócesis todavía está sufriendo por esos hechos”.

La carta ha abierto las puertas a la conversación, dijo, a preguntar, “¿cuál ha sido tu experiencia en el pasado? Has experimentado algo que mostrara prejuicio contra ti, discriminación contra ti por tu origen latino? Y me han sorprendido las respuestas”.

Anteriormente, él había escuchado ejemplos de discriminación de seminaristas de El Paso, enviados a estudiar en otros estados, sobre su tratamiento fuera de la ciudad fronteriza.

“En El Paso, no tenemos seminario, así que los enviamos a otros lugares. Y muy a menudo, son lugares donde no hay una mayoría latina. Así que nos sorprendió el tipo de cosas que surgieron de esto”, dijo, mencionando las cosas que se les habían dicho a seminaristas no latinos.  

“Nos contaron historias sobre ‘chistes’ que les decían, (preguntándoles) si estaban metidos en tráfico de drogas, si eran indocumentados, si eran legales o no, y cosas así. La gente no parece darse cuenta de que eso no es gracioso, no es gracioso. Y estos estereotipos han llegado incluso a nuestros seminarios”, dijo el obispo Seitz.

El tiroteo sacó a la luz temas referentes al racismo dirigido contra latinos, inmigrantes, y de manera general a cualquier persona con piel morena. Un tiroteo masivo, del tipo que sea, es horrible, y con el tiroteo de El Paso, los latinos vinieron a sumarse a las víctimas judías, afroamericanas y musulmanas a las que atacan los supremacistas, dijo.  

“Y ahora, de modo concreto, ha llegado a casa”, dijo. “Esta ideología de supremacía blanca, que está creciendo en nuestro país, ha derramado sangre”.

Por eso, le hizo pensar el oír a otros que desearían separarse del incidente de El Paso.

“Seguimos teniendo el trauma de este dolor que hemos vivido”, dijo. “Hay una enorme porción de nuestra comunidad, sin embargo, y muchos de quienes fueron traumatizados significativamente, pero que están ahora diciendo, en los últimos dos o tres meses después del acontecimiento, que ‘OK, ya hemos llorado. Ya hemos pasado por eso. Hemos respondido como comunidad, y ahora sigamos adelante'”.

Dijo que, aunque entendía lo que estaban diciendo y por qué, pensaba que es importante hablar de ello.

“No se puede esconder bajo la alfombra, como si fuera una experiencia pasajera en la que un individuo se volvió loco y disparó contra personas”, le dijo a CNS.

“En cierto modo este evento fue”, continuó, “la punta del iceberg que representa una ideología creciente y que es inherentemente racista en sus actitudes, especialmente contra personas de origen latino… o una ideología que hace aceptable excluir a un grupo entero de personas, migrantes, y, más ampliamente, a personas de origen hispano, simplemente por su origen, y no se puede barrer bajo la alfombra”.

Por eso escribió la carta y consiguió una corriente de atención poco normal para un documento pastoral.

“La reacción a mi carta que he escuchado desde fuera de El Paso es muy positiva e incluso me causa pena, porque la gente ha sido tan efusiva”, dijo. “Yo no esperaba eso. Yo esperaba que provocara un poco de tensión, de alguna manera, al tratar de estos temas tan difíciles”.

Pero dijo que fue muy reconfortante escuchar buenos comentarios de los latinos, “la gente a la que he llegado a amar tan profundamente, las comunidades latinas de nuestro país. Me reafirma muchísimo”.

Incluso en Facebook, los feligreses de la Diócesis de El Paso quieren a su obispo y lo que escribió.

“Su carta a nosotros salió de lo profundo de su corazón”, escribió Gloria Durán. “Lo queremos mucho.”.

Para lidiar con lo que ocurrió en la diócesis, el obispo dijo que está organizando sesiones de escucha y que el contenido de la carta se pueda adaptar en guías de estudio para ayudar a comenzar conversaciones sobre la experiencia de la comunidad.

“Espero que traiga sanación, sin duda, pero también que desafíe esta noción y haga a la gente más consciente de que las palabras importan, los estereotipos importan, que la gente se muere si no se tiene cuidado con el modo de hablar, especialmente si eres líder”.

Lo que se dice en la carta está plenamente arraigado en el Evangelio, dijo.

“Esto es algo que brota de la enseñanza de Jesucristo, sobre la dignidad de toda persona humana como hija de Dios y sobre el respeto especial que hay que extender a quienes están entre los pobres, de una forma u otra, los que se consideran que están, como diría el papa Francisco, en la periferia de la sociedad, los que son despreciados, los que son considerados “menos que”, como el Samaritano.
Dijo que para él, aunque el tema es difícil, le resulta fácil hablar de ello, porque “sabemos quién está de nuestro lado”.

“Y, como mencioné en la carta, hay un bello poema en español que dice, ‘nos han amenazado con la resurrección’, que me encanta porque dice que el temor no tiene por qué entrar en la ecuación. Por supuesto, Jesús dice lo mismo tantas veces. Y nosotros, como cristianos católicos, sabemos que la resurrección siempre vence”.

Related Articles