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Obispos hondureños: No voten por candidatos apoyados por narcotráfico

David Agren | Catholic News Service

Fuerzas especiales hondureñas escoltan al político y presunto narcotraficante José Miguel Handal a un batallón militar en Tegucigalpa el 13 de marzo del 2015. Los obispos de Honduras han instado a votantes que no apoyen a los candidatos “manchados” por los cárteles de la droga en las elecciones de noviembre. (Foto CNS/Jorge Cabrera, Reuters)

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CIUDAD DE MÉXICO — La Conferencia Episcopal de Honduras a pedido a hondureños que no apoyen a candidatos “manchados” por cárteles de la droga en las elecciones de noviembre, una advertencia en un país donde el dinero ilegal ha fluido por mucho tiempo hacia campañas políticas y ha deslegitimado a la clase política.

En una carta, la conferencia episcopal llamó a la ciudadanía a votar en las elecciones del 28 de noviembre y a “superar la práctica de realizar alianzas políticas, entre dueños de partidos y entre grupos de poder económico, que no son sino manipuladores de la política”, agregando que “Honduras no merece que votes por aquellos que quieren destruirla y buscan ganar las elecciones ‘a como dé lugar’, incluyendo acciones engañosas y fraudulentas.”

La carta también pide a los votantes elegir “candidatos que no estén manchados por la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico, que tanto daño han hecho a la población” y dice que “por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, deben ser parte de un fraude, ni tampoco aprobar o consentir abusos de poder, tal como se dieron en los últimos procesos electorales.”

Los obispos también instaron a la clase política a alejarse “del clientelismo y caudillismo” y ser “personas con verdadera vocación de servicio y sensibles a los pobres”. Los votantes en Honduras a menudo se ven obligados a votar por partidos a través de obsequios y acceso a programas sociales o ayuda después de desastres naturales.

El llamado a elecciones limpias se produce después de 12 años difíciles para Honduras, que fue sacudida por un golpe de estado en 2009 seguido de elecciones teñidas de acusaciones, financiamiento ilegal e influencia de los cárteles de la droga.

El país aún se está recuperando de las tormentas gemelas que inundaron el norte de Honduras en 2020 y de la pandemia del COVID-19, en la que el alivio fue escaso y abundan las acusaciones de corrupción.

El Presidente Juan Orlando Hernández ha sido objeto de escrutinio, ya que se reveló que su elección del 2013 fue financiada con fondos malversados del atribulado sistema de salud del país. Su hermano, Juan Antonio “Tony” Hernández, fue condenado por un tribunal en Estados Unidos por delitos de drogas. Algunas de las ganancias de sus actividades se canalizaron a campañas.

El presidente también ganó una reelección cuestionable en 2017, a la que siguieron protestas masivas y migración.

“La política para la gente ha sido un rechazo, más bien, es rechazar a este gobierno de Juan Orlando, primero, porque los índices de pobreza se han mantenido, porque hay gente nueva que se ha enriquecido con los tesoros del Estado”, dijo el Padre Germán Calix, exdirector de la red caritativa católica Cáritas en Honduras.

“La gente quedó muy resentida con eso y esa es una carta en contra del gobierno actual”, agregó.

En las elecciones del 2021, los hondureños se han unido detrás de Xiomara Castro, ex primera dama y candidata presidencial en 2013. Su esposo, el expresidente Manuel Zelaya, fue derrocado en el golpe del 2009, ya que su cercanía con el entonces presidente venezolano Hugo Chávez asustó a la oposición y élite empresarial.

El Partido Nacional de Honduras, que ha gobernado desde 2009, es el partido político más grande de Centroamérica y dirige una enorme red de patrocinio, que según los críticos ha sido golpeada por acusaciones de corrupción, con dinero contra la pobreza entregado a los aliados del partido.

Los obispos hondureños se dividieron en el 2009 por el golpe, con el Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga de Tegucigalpa acusado de apoyarlo, algo que él negó.

“La iglesia tiene que arrastrar con ese pecado durante mucho tiempo”, dijo el padre Calix, aunque la conferencia episcopal ha estado “en contra de una clase política que no ha sido muy atenta a los problemas nacionales”.

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