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Visita a la frontera ayuda a sacerdote a defender inmigrantes

Por Suzanne Koziatek | Catholic News Service

BELLEVILLE, Illinois — Las dificultades de familias detenidas en la frontera entre Estados Unidos y México pueden parecer asuntos lejanos y desconectados de la vida diaria en el resto del país, incluso en el sur de Illinois, que tiene muchos inmigrantes mexicanos que viven y trabajan allí.

Pero un sacerdote de la Diócesis de Belleville quien visitó la región fronteriza a principios de septiembre dijo que la lucha se encuentra en lugares tan cercanos como el condado de Pulaski, donde se encuentran unos cientos de inmigrantes indocumentados detenidos en un centro de detención del Departamento de Seguridad Nacional.

Y lo que sucede allí es tan relevante como los Evangelios, dijo el padre Bob Flannery, párroco de la Parroquia St. Francis Xavier en Carbondale.

“No estamos siguiendo lo que nos dicen las Escrituras acerca de darle la bienvenida al forastero entre nosotros”, dijo el padre Flannery al periódico diocesano de Belleville The Messenger. “Jesús, María y José fueron a Egipto porque fueron amenazados. Es parte de nuestra tradición de fe, amarnos unos a otros y tender la mano para ayudar”.

El padre Flannery, junto con el padre Uriel Salamanca, párroco de la parroquia St. Joseph en Cobden, formaron parte de un grupo de 16 sacerdotes de Estados Unidos que viajaron a la frontera cerca de El Paso, Texas y Juárez, México en septiembre para aprender de la vida de inmigrantes mexicanos y centroamericanos afectados por la política actual al lado de la frontera y su aplicación por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos.

Los asuntos no son nuevos para los dos sacerdotes. Los dos han estado involucrados con un grupo de Carbondale, el Proyecto de Derechos de Inmigrantes del Sur de Illinois, y el padre Salamanca ha visitado el centro de detención en Ullin, Illinois. Pero el viaje fue la primera experiencia del padre Flannery a lo largo del muro fronterizo.

Él y el padre Salamanca fueron invitados a participar por parte del grupo Faith in Public Life, una red de clérigos y otros líderes religiosos que estudian cuestiones de justicia social. El padre Flannery dijo que el dinero para el transporte al evento fue provisto por una subvención.

El padre Flannery pasó del 4 al 7 de septiembre en El Paso y en Juárez, reuniéndose con inmigrantes, líderes de otras comunidades de fe y activistas de inmigración. Viajó a “centros de hospitalidad” en ambos lados de la frontera, los cuales dan ayuda y servicios a migrantes y refugiados.

En un caso, dijo, un centro de hospitalidad le ayudó a un hombre que había sido abandonado en su viaje en rumbo al norte y le robaron sus zapatos. El hombre caminó 40 millas con los pies descalzos antes de recibir ayuda y atención médica.

El padre Flannery dijo se dio cuenta del miedo verdadero que enfrentan muchos inmigrantes cuando tienen que abandonar sus países de origen.

“La mayoría de las personas se van por (amenazas) debido a los cárteles y otras formas de violencia”, dijo el padre Flannery. “Algunos se van huyendo de la violencia doméstica. Antes de (el viaje), creía que la mayoría de la gente simplemente buscaba una vida mejor. Pero buscan asilo porque temen por la vida de sus familias”.

En mayo, funcionarios estadounidenses de la patrulla fronteriza comenzaron a separar a niños y adultos que cruzaban a Estados Unidos juntos, y los enviaban a diferentes centros de detención separadamente. La política, que forma parte de una nueva estrategia de inmigración de la administración Trump, se retiró en junio después de mucha protesta pública, y un gran número de familias, pero no todas, han sido reunificadas.

Sin embargo, recientemente, la administración Trump ha anunciado su intención de detener indefinidamente a niños migrantes con sus familias, anulando un acuerdo de 20 años que limita las detenciones de niños a no más de 20 días.

El padre Flannery dijo que la interrupción en la vida familiar de personas separadas tiene consecuencias a lo largo. “Está causando daños psicológicos en estas familias”, dijo. Él compartió una historia que escuchó de un hombre que se reunió con su hijo después de 41 días. “Pensó que su hijo iba a estar muy feliz (de verlo), pero todo lo que su hijo podía decir era: ‘Papá, ¿por qué me dejaste?'”.

El padre Flannery dijo que mientras el país discute la reforma migratoria, líderes deben buscar soluciones que sean humanas y compasivas. Él compara el trato de los refugiados y los solicitantes de asilo en la frontera con las injusticias del pasado contra los indígenas estadounidenses y el internamiento de japoneses-estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.

Durante el último día de su viaje a la frontera, el padre Flannery participó en una vigilia de oración en el muro fronterizo, un acto dirigido por el obispo Mark J. Seitz de El Paso. El padre Flannery fue uno de los que ofrecieron peticiones durante la vigilia.

Dijo que regresó del viaje revitalizado para seguir trabajando, ayudando a los inmigrantes mexicanos en el sur de Illinois. Parte de la capacitación que recibieron los que participaron en el evento en Texas tuvo que ver con cómo difundir su mensaje a través de los medios y de otras maneras.

En su primer domingo al regreso, el padre Flannery dijo que relacionó lo que había aprendido con el Evangelio de ese día, en el cual que Jesús grita “¡Efphatha!” o “¡Ábrete!” para restaurar la capacidad de escuchar y hablar de un hombre sordo.

“Dije que esa sanación está dirigida a nosotros”, dijo. “Jesús quiere abrir nuestros oídos y nuestros corazones como discípulos”.

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