El ser humano debería expresar un poco más sus
sentimientos. Dios nos creó con un corazón, un
alma y llenos del espíritu Santo.
El Papa Francisco ha declarado un año de la
Misericordia y es una invitación directa a ablandar
nuestros sentimientos cristianos. El mismo Cristo, en cada
milagro, sanación y liberación, nos muestra su
ternura, su amor y su compasión.
Cada bienaventuranza nos abre el corazón a ser tiernos
y compasivos con el prójimo. En las obras de
misericordia, tanto corporales como espirituales nos dirigen
a ser más sensibles y caritativos en este mundo.
Misericordia significa vivir con el otro sus miserias,
ayudarlo, auxiliarlo y amarlo con los sentimientos de Cristo:
"Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de
beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropa y me
vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y
fueron a verme" (Mt 25, 35-36).
Nuestro amor al prójimo debe ser un reflejo del mismo
amor a Dios: "Quien ejerce el amor al prójimo desde el
amor de Dios recibe gracias, pues con las obras de
misericordia está haciendo la voluntad de Dios. Den y
se les dará" (Lc 6, 38).
Todos los seres humanos tenemos algo de esta importante
cualidad que nos permite gozar de sus beneficios y que
beneficia también a quien la recibe. La ternura es el
camino más fácil para manifestar la
compasión hacia los demás. La ternura es mirar
con los ojos la humildad, contemplar con el sentir de nuestra
alma.
Reconocer con bondad lo valioso que hay en el otro; una
sentida frase de la Oración de San Francisco de Asis
promueve el dar que llevaría a recibir.
En la acción de compasión y la ternura, entre
otras más, esto se ha visto validado en el cuidado de
enfermos.
En la compasión se siente el dolor del otro y se pone
por encima del propio bienestar que el otro logre su
recuperación. Esto implica ternura y un sentimiento
amoroso en su mayor dimensión, que permite obtener
alegría y felicidad cuando otros logran bienestar.
Por eso se dice que cualquier acción cuando se tiene
compasión se está lleno de energía
espiritual y rebosante de alegría con el ánimo
en su mejor expresión.
No es sino recordar a la Madre Teresa de Calcuta como ejemplo
de un ser pleno de ternura y compasión.
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