¿No sé si alguna vez
han ido a un bufet chino? Saben a lo que me refiero, esos restaurantes donde
pagas una sola cantidad y puedes comer toda la comida que quieres. La gente llena los platos hasta el tope
como si nunca fueran a comer de nuevo y comen hasta que casi no pueden
respirar. Muchas veces, con platos que parecen montañas de comida, llegan a la
mesa y se comen tres bocados y lo demás lo botan. Vivimos en una cultura de
desecho. Quizás lo más triste es que en Manassas, VA donde vivo detrás del
bufet chino hay gente que viven en carpas y que pasan el día sin comer. ¡Que
contraste! Por un lado gente hartándose y botando la comida, y por el otro,
personas que a solo unos pasos se mueren de hambre. El bufet de los pobres es
la basura de los ricos.
Jesús dice que cuando
le damos de comer al hambriento es como si se lo hiciéramos a Él. ¿Quisiéramos
nosotros ver a Jesús comiendo del basurero o pasando días con hambre? ¿Cómo
podemos comulgar y recibir a Jesús que nos sacia el hambre con Su propio Cuerpo
y responderle dándole basura para comer?
A nivel mundial, 1 de
cada 8 personas no tiene suficiente para comer. Hay más personas a nivel
mundial que sufren de hambre que toda la población de Estados Unidos, Canadá y
la Unión Europea combinadas. Diez millones de personas mueren anualmente de
hambre y un millón de ellos son niños. Como podemos reconciliar esto con el
hecho que 1/3 de toda la comida que se produce a nivel mundial es
desperdiciada. Tan solo en los Estados Unidos, 96 billones de libras de comida
son desperdiciadas, lo que equivale al 40% de toda la comida producida.
Diariamente en los Estados Unidos 5.4 millones de dólares son donados para
ayudar a la gente con hambre mientras que 109 millones de dólares son gastados
en programas para bajar de peso. ¡No podemos seguir así!
Sabemos que Jesús se
identifica con el hambriento, y que El mismo pasó hambre y sed. Recordemos que
cuando alimentó a la multitud, Él les dijo a sus discípulos que recogieran las
sobras para que “no se pierda nada” (Jn. 6:12). ¿Cómo
podemos decir que somos discípulos de Jesús, pero ignoramos su llamado a darle
de comer al hambriento o desperdiciamos comida? Es completamente incompatible.
Tenemos que pedirle que nos dé un corazón sensible a las necesidades de los
demás.
¿Cómo podemos vivir esta obra de
misericordia y ser auténticos discípulos de Jesús? Aquí van 5 tips para saciar
el hambre de Jesús en los más necesitados.
No desperdicies
comida. Nos dice el Papa Francisco que botar comida es robarle al pobre. Seamos
más sobrios al comer para que así tengamos para compartir con los demás.
Denle de comer al
pobre. Todos los días paso por un 7-11 y veo a muchos hombres esperando
trabajar. Muchos de ellos están allí todo el día y pasan hambre. Cocínenle como
familia burritos de huevo o sanduches y café, y llévenselo. Cada vez que lo
hemos hecho se muestran muy agradecidos. Es una manera hermosa de ver a Cristo
en los demás y de ser Cristo para los demás.
Compren tarjetas de
comida de McDonald u otros sitios parecidos y ténganlo en el carro o en la
cartera. Así cada vez que veas a una persona necesitada o a personas sin hogar
tienes la oportunidad de darles algo de comer.
Ayune una vez al mes o
a la semana y ofrezca esa incomodidad por aquellos que todos los días “ayunan”
pero por falta de comida. Tenemos que aprender a ser solidarios y sentir el
dolor del prójimo.
Como familia, decidan
que pueden sacrificar para poder ayudar a los más necesitados. Conozco una
familia que cancelaron su suscripción de cable de la televisión y el dinero que
hubiesen utilizado para eso, decidieron donarlo todos los meses a las
Misioneras de la Caridad, que se dedican a servir a los pobres más pobres.
Briceño, una
virgen consagrada, se dedica a la evangelización a través de su
ministerio happyfeetministries.com.