En toda la Iglesia estamos viviendo el tiempo del Adviento, en
todos nuestros templos es fácil reconocer lo que se celebra porque se pueden
observar los signos y símbolos que invitan a meditar sobre este preciado tiempo
litúrgico. La palabra latina "adventus" significa “venida”. En
el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. Son solamente
cuatro domingos que preceden a la Navidad, podría decirse cuatro semanas, pero
en realidad no son cuatro semanas completas, en el caso de este año, serán tres
semanas completas y un domingo ya que veinticuatro cae domingo, y ese mismo día
se celebra la víspera de navidad. Este tiempo es un tiempo propicio para
preparar la celebración de la Navidad, prepararnos en la esperanza y en el
arrepentimiento para la llegada del Señor.
Esta preparación espiritual debemos de vivirla con mucha
profundidad y con mucha dedicación, entrando en una meditación lenta y
transparente, buscando siempre una forma nueva para recibir a Jesús en nuestras
vidas. El adviento usualmente invita hacer una preparación basada en una triple
finalidad, porque nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el
presente y a preparar el futuro.
Cuando la Iglesia invita a ver el pasado, nos invita a celebrar y
contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén.
Eso sucedió hace más de dos mil años. Esta fue su venida según la carne, lleno
de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres.
Esta fue su primera venida. Cada vez que repasamos el adviento, damos una
mirada al pasado y debemos detenernos en aquel pobre pesebre, en aquellas
veredas pobres y casi abandonadas por las que pasaron José y María en busca de
posadas, llevando en sus seno el tesoro más grande de la humanidad, pero
ignorado por aquellos pudientes y engreídos habitantes de Belén. En cada
pesebre que ponemos en nuestras casas, regresamos en el tiempo y vemos el
pasado con fe.
Pero no solo debemos quedarnos en el pasado, este tiempo nos
tiene que hacer entrar en comunión con el presente, el hoy de cada uno, es
descubrir en la vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros
y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los
caminos del Señor, en la justicia y en el amor. Jesucristo ya vino, y continúa
entre nosotros, pero muchos simplemente lo ignoramos y al igual que hace dos
mil años sigue buscando posada para nacer y transformar con su luz muchas
vidas. Jesús es siempre actual y busca renovar siempre cada vida.
Si vivimos el presente con Jesús eso nos hará ver hacia adelante,
ver el futuro y preparar ese futuro de una manera distinta. Se trata de
prepararnos para la segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su
gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y
premiará con el Cielo a los que han creído en Él; vivido como hijos fieles del
Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos
traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos. Por ello, la Iglesia nos
invita a hacer una análisis de nuestra propia vida aprovechando este tiempo
para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer
para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para
reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con
el prójimo. Feliz tiempo del adviento.
El Padre Díaz es vicario parroquia en Nuestra Señora de
los Ángeles en Woodbridge.