Uno de los
recuerdos más preciosos de mi niñez que guardo con amor y que no creo olvidar
jamás, es la colocación del nacimiento en mi casa, se colocaba de manera muy
especial y con mucho amor. Recuerdo que mi madre lo preparaba con mucho esmero,
y lo adornaba con frutas, plantas y animalitos fabricados de barro; pastores,
casitas de cartón, y muchos otros adornos extraídos de la tierra. Recuerdo que
el veinticuatro por la noche pasábamos horas contemplando aquella dulce y
cálida escena que nos transportaba al primer nacimiento en Belén. Crecí
creyendo que Jesús es el centro de la Navidad, y que sin Él nada en esta época
tiene sentido, por esa razón en cada casa debía y debe de haber un gran
nacimiento como recuerdo de lo que celebramos en esta época. En cada casa que
visitábamos, había un pesebre grande y vistoso, era un orgullo hacerlo grande,
y reventar fuegos artificiales como signo de que ya se había colocado en
aquella casa el pesebre.
Me da mucha
tristeza que en la época actual ya en muchos hogares no se coloca más este
precioso signo, lo hemos suprimido con otras decoraciones vacías y sin sentido;
no sé si será que hemos perdido el sentido de la Navidad o es que nos
avergonzamos, o lo que es peor, hemos olvidado la razón y el sentido de la
Navidad.
Según la
tradición y la historia de la Iglesia, el primer nacimiento fue colocado por
San Francisco de Asís en la noche buena de 1223, en una cueva cercana a una
ermita en Greccio, Italia. El santo, realizó esta primera escenificación de
este maravilloso momento, no con imágenes, sino que lo hizo en vivo, con
algunos habitantes de aquel poblado y con animales verdaderos, utilizando como
referencia el evangelio de San Lucas, que narra la Natividad de Jesús. Desde
ahí en casi toda la tierra se pone este maravilloso signo, como recuerdo de la
encarnación del hijo de Dios.
“San Francisco
realiza una gran obra de evangelización con la simplicidad de aquel signo. En
enseñanza ha penetrado en corazones de los cristianos y permanece hasta
nuestros días como una manera genuina de representar con sencillez la belleza
de nuestra fe, porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del
universo, se abaja a nuestra pequeña” (AS #3). En su simplicidad, el pesebre
transmite esperanza; porque cada uno de los personajes está inmerso en esta
atmósfera de esperanza.
Considero que
cada familia, debería de tomarse el tiempo para colocar un sencillo pero
visible pesebre en sus casas, no como un adorno más, sino como un signo que nos
acreciente la fe, y nos estimule en la esperanza. La preparación del pesebre en
nuestras casas nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén, los padres
de familia deberían de utilizar esta escena para catequizar a sus hijos y
mostrarles la forma que Dios eligió para hacerse uno de nosotros. Haciéndose
pobre, sencillo, humilde. Que al momento de colocar cada una de las figuras, se
tenga claro que significa y porque están ahí.
El Papa
Francisco este año nos regaló una pequeña carta apostólica titulada “admirabile
signum” (Signo Admirable), en la cual, explica el valor y el significado de la
Navidad, y la cual les invito a leer de manera detenida y que puede servir como
meditación personal ante este misterio. El Papa explica cada uno de los signos
visibles en el pesebre.
“¡Cuánta
emoción debería acompañarnos mientras colocamos en el belén las montañas, los
riachuelos, las ovejas y los pastores! De esta manera recordamos, como habían
anunciado los profetas, que toda la creación participa en la fiesta de la
venida del Mesías. Los ángeles y la estrella son la señal de que también
nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar
al Señor. Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que sucedió y lo que el Señor nos
ha comunicado” (Lc 2,15), así dicen los pastores después del anuncio hecho por
los ángeles. Es una enseñanza muy hermosa que se muestra en la sencillez de la
descripción. Una diferencia de tantas personas que dicen hacer otras mil cosas,
los pastores se convierten en los primeros testigos de la esencia, es decir, de
la salvación que se les ofrece. Son los más humildes y más pobres, quienes
saben, el receptor de los acontecimientos de la encarnación. A Dios que viene a
nuestro encuentro en el Niño Jesús, los pastores respondieron poniéndose en
camino hacia Él, para un encuentro de amor y de agradable asombro. Este
encuentro entre Dios y sus hijos, gracias a Jesús, es el que da vida
precisamente a nuestra religión y constituye su singular belleza, y la
respuesta de una manera particular en el pesebre” (Admirabile Signum #5).
Quiero invitar
a todos a que nos esmeremos en poner un nacimiento en nuestras casas, hacerlo
con amor, en el que podemos contemplar la imagen de Belén, el pesebre, los
pastores, los magos, José y María, y que sea una actividad que fomente la unión
familiar y que nos ayude a meditar en el misterio de la Navidad y en las
virtudes de cada uno de los personajes. A través de los sentidos se eleva
nuestro espíritu ante este gran acontecimiento. ¡Les deseo a todos de antemano
una feliz y santa Navidad!
El Padre Díaz es vicario parroquial en Nuestra
Señora de los Ángeles en Woodbridge.