Toda el área metropolitana y nuestras parroquias
hispanas en la Diócesis de Arlington estuvieron
conectadas con un mismo sentir y una poderosa devoción
que año tras año invita a los miles de
creyentes católicos a participar hace unos días
de una Semana Mayor con mucha oración y a vivir una
Pascua en plenitud.
Después de la Resurrección, quedan para muchos
católicos, preguntas en el aire y los corazones llenos
del fuego del Espíritu Santo en el encuentro de
Emaús. Para los hispanos católicos la
celebración de 50 días de Pascua son de suma
importancia, ya que son días donde oxigenamos nuestra
participación en la Iglesia y nos sentimos
acompañados de un Cristo Vivo.
La Pascua de Resurrección de Nuestro Señor
Jesucristo es un hecho que sobrepasa las categorías
del espacio y del tiempo. Cristo vive glorioso junto al
Padre. San Mateo describe el acontecimiento del sepulcro
vacío con rasgos cómicos y sobrenaturales que
sirvieron de confusión para la guardia del Sepulcro.
Es importante resaltar la valentía y la espera en
oración de las mujeres que fueron a visitar el
Sepulcro. Aquí podemos comparar la actitud valerosa de
las mujeres y el miedo, el temor y la cobardía que
caracterizó a los discípulos petrificados por
los eventos sucedidos y encerrados con el temor a las
autoridades.
Las mujeres son las primeras en recibir el gran anuncio de la
resurrección y las que deberán transmitir el
mensaje a los apóstoles. La fe de las mujeres precede
en este caso a la fe de los testigos oficiales de la Iglesia.
Solo en la fe entenderemos la resurrección de
Jesús y las manifestaciones del Resucitado. Los
ángeles dicen con toda claridad: "No está
aquí", pero Cristo Jesús se manifestará
sólo a los que tienen fe y a quienes no cierren sus
ojos ni quiten su mirada al resucitado.
Nuestra fe no se apoya simplemente en la tumba vacía,
sino en la palabra de Jesús. Y en el testimonio de
quienes fueron testigos de los acontecimientos que los
evangelios nos narran. Pero como dirá Pedro a los
Judíos, citando un salmo, "no era posible que el
cuerpo de Jesús experimentara corrupción"
(Hechos 2, 11). No era posible que Jesús, que
poseía el espíritu en plenitud desde el seno
materno, quedara en el Sepulcro. Jesús es aceptado por
unos y rechazado por otros; pero nunca deja indiferente ni
defraudada a la gente. Y nosotros, sus testigos,
¿Creemos que Jesús vive?
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