De los sacerdotes el mundo Católico espera que sean primero que
todo Santos, hombres consagrados, portadores de fe, esperanza y maestros de
gran testimonio espiritual, con autoestima positiva, profetas de la nueva
Evangelización local e internacional, enamorados de Cristo y María y sobre todo
multiplicadores del Evangelio de Jesús.
Es triste y Cristo llora cada vez que un Sacerdote falla, cuando
el representante de Cristo sobre la tierra es acusado por abuso sexual o las
noticias lo ponen en las portadas por cualquier tipo de escándalo.
Llego la hora de proteger y orar mas por los Sacerdotes y los
religiosos.
Nuestra sociedad necesita recobrar la confianza en la Iglesia y
que las familias también se comprometan a orar por las vocaciones Sacerdotales
y religiosas, el compromiso vocacional es de todos y para todos.
Cada Sacerdote lleva dentro de su corazón la divinidad compartida
por Cristo como Padre y hermano en la fe.
La divinidad está unida por la fuerza al corazón porque Dios es
amor, Dios es corazón. Porque Cristo es amor, está en el corazón de la Iglesia
llamada a servir el amor desde la identidad con la unidad. Y como el Sacerdote
está llamado a ser otro Cristo, también esta desafiado a ver y sentir desde el
corazón, a vivir la unidad desde el corazón, a procurar la armonía desde la
fuente de la divinidad: Dios corazón. De esta convicción nace la gran meta de
Santa Teresita de Lissieux: “En el corazón de la Iglesia yo seré el amor”.
Para un Sacerdote ser signo de la unidad de Cristo con la
Iglesia, y poder producir la unidad entre los Católicos debe practicar la
humildad no la soberbia ni mucho menos la arrogancia, debe en sus homilías
hablar del Evangelio el amor y la misericordia de Dios y no utilizar indirectas
ni palabras nocivas que lastimen a los feligreses, debe mostrar ante la
comunidad un Dios vivo y resucitado.
El Sacerdote como todo Cristiano tiene un desafío por delante, y
es el de ser un agente cualificado de unidad y de mucha oración.
Un Sacerdote debe ser un modelo en la escucha a los demás:
concentrándose mas en lo que dice el interlocutor que en lo que esta pensando;
valorando los puntos positivos e interesantes del interlocutor con tal de ganar
su afecto en aras de su crecimiento y el de la comunidad.
No es secreto el hecho de que la figura del Sacerdote, tanto en
la comunidad en que trabaja, como en su entorno social en sentido general, es
interpelada con desdén, es enjuiciada con percepciones personales, es vista con
recelos desconfianza y hasta con criticas. La imagen del Sacerdote es prácticamente
diferente en cada persona o clase que le define. En vez de criticar o enjuiciar
al Sacerdote. Practiquemos el perdón y oremos por El.
Padre Hoyos es el director diocesano del Apostolado
Hispano.