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40 Días por la Vida en Sudamérica

Christine Stoddard | Catholic Herald

Dos niños sostienen una carteles de 40 Días por la Vida en Bogotá, Colombia.

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Era un día de verano en Bogotá, Colombia, cuando Katharine Britton de Fredericksburg vio a una mujer sollozando mientras entraba a un taxi en Teusaquillo, un barrio famoso por su preponderancia de las clínicas del aborto provocado.

“Probablemente estaba llorando porque acababa de tener un aborto”, dijo Britton, la directora de conexiones latinoamericanas para 40 Días por la Vida. Ella está en su tercer año en la Universidad de Virginia en Charlottesville.

Britton y su padre, Matt Britton, jefe de la junta de 40 Días, fue a Sudamérica durante el verano para llevar la organización a Bogotá y Rio de Janiero. La premisa de la organización es sencilla: Los participantes oran y ayunan fuera de las clínicas del aborto para un periodo de 40 días, un método promovido por su “presencia pacífica y educativa”.

En un boletín reciente, el director de campañas Shawn Carney escribió lo siguiente a los suscriptores:

“Su presencia pacífica es la última – muchas veces inesperada – señal de la esperanza. Pero para las mujeres que experimentan el aborto, su presencia también es la primera señal de la misericordia. Esto es por qué es importante para estar aquí antes de, durante y después del aborto”.

Este año, la campaña internacional dura desde el 23 de septiembre al 1 de noviembre, con grupos de los Estados Unidos, Canadá, México, el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Camerún, Ghana, Nigeria, Croacia, Letonia, Rumania, Eslovenia y, ahora, Colombia y Brasil, incluyendo 307 ciudades.

En Colombia y Brasil, el aborto es ilegal, excepto en los casos de la violación, preocupación por la salud de la madre y la certeza de que el niño tendría deformidades extremas. Para planear la estrategia de su campaña, Britton y su padre necesitaron estar en los dos países, visitando las áreas conocidas como sus clínicas clandestinas, reuniéndose con los líderes pro-vida locales, paseando en los colegios católicos y trabajando para entender lo que Britton llamó “la cultura del aborto” allá.

“Las madres (que buscan los abortos) en Bogotá llegan de todos los ámbitos sociales”, dijo Britton. “Hay mujeres que trabajan y mujeres que estudian. Hay muchas personas que son pobres y tener más hijos está fuera de alcance. Muchas de las mujeres que vi tenían entre 17 y 28 años”.

Se dice que Teusaquillo tiene 75 clínicas de aborto y que otro barrio en Bogotá, Santa Isabel, tiene 20.

En Brasil, las clínicas de aborto son menos formales, con las mujeres buscando los abortos en las casas privadas de los curanderos.

“Conocí a una mujer que había hecho el trabajo encubierto en unas clínicas para ver cómo son”, dijo Britton. “Fue muy desconcertante aprender que el aborto pasa así en Colombia y Brasil”.

Añadió, “Colombia tiene un movimiento de pro-vida muy desarrollado. En Brasil, el movimiento es mucho más desconocido. Brasil es predominantemente pro-vida por las encuestas pero la gente no es así en la vida verdadera”.

Lo que observó Britton sigue las tendencias históricas en Latinoamérica.

“En el contexto de que muchas naciones latinoamericanas tienen las leyes contra el aborto más estrictas del mundo pero es la región con la tasa de aborto más alta del mundo, la Iglesia Católica ha sido la vanguardia del movimiento pro-vida, especialmente en Colombia, Brasil y México”, dijo Andrew Chesnut, un catedrático de los estudios religiosos y un experto del cristianismo en Latinoamérica en la Universidad de Virginia Commonwealth en Richmond.

Añadió, “Es interesante que en una región donde históricamente había tensión entre los católicos y los protestantes en algunos países, como en Brasil, las iglesias se han reunido en la campaña pro-vida, para oponerse a la legislación que levantaría las restricciones sobre el aborto. En general, el movimiento pro-vida no está tan organizada ni disciplinada en Latinoamérica como en los EE.UU”.

Según el Instituto Guttmache, una organización de los estudios de la salud reproductiva, se estima que el 44 por ciento de todos los embarazos inesperados en Colombia terminan en el aborto. De estos más de 400.000 abortos, menos del 0,08 por ciento fue declarado como procedimientos legales. La organización internacional Human Rights Watch declara que cada año entre 1 y 4 millones de abortos son ocasionados en Brasil, el país con la quinta población más grande del mundo.

Pero Britton y su padre encontraron dos defensores para ser líderes de las campañas de 40 Días en los dos países: Pamela Delgado en Bogotá y María Vitoria en Rio de Janiero.

Hasta ahora, 40 Días ha declarado más de “200 niños salvados” en las clínicas donde las vigilias de la organización están este año.

“Con la controversia de Planned Parenthood, el aborto es una cuestión aún más relevante, algo de que habla la gente mientras cena, y mucha gente quiere actuar”, dijo Britton.

Se puede enviar un correo electrónico a Stoddard: [email protected].

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