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Imiten la vida de san Pío, no olviden al pobre, marginado, dice el papa

Por Junno Arocho Esteves | Catholic News Service

El papa Francisco pronuncia la homilía mientras celebra Misa en el Santuario de San Pío de Pietrelcina en San Giovanni Rotondo, Italia, el 17 de marzo. PAUL HARING | CNS

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SAN GIOVANNI ROTONDO, Italia — Muchas personas admiran a san Padre Pío pero pocos lo imitan, especialmente en su atención a los débiles, a los enfermos y a los que la cultura moderna trata como descartables, dijo el papa Francisco durante una Misa en el santuario Padre Pío.

“Muchos están dispuestos a poner un ‘me gusta’ en la página de los grandes santos, pero ¿quién hace como ellos?”, preguntó el papa el 17 de marzo. “La vida cristiana no es un ‘me gusta’ es un ‘me dono'”.

El papa Francisco celebró la Misa en el atrio del Santuario de San Pío de Pietrelcina con unas 30,000 personas después de visitar niños en el ala oncológica del hospital que san Pío fundó, Casa Sollievo della Sofferenza (Casa Alivio del Sufrimiento).

El papa reflexionó durante su homilía sobre tres palabras que resumen, él dijo, tanto la lectura del día como la vida de padre Pío: oración, pequeñez y sabiduría.

Pequeñez, él dijo, trae a la mente a aquellos cuyos corazones son humildes, pobres y necesitados, como los jóvenes pacientes que atiende el hospital de padre Pío y los que son indeseados y descartados en el mundo de hoy.

Apartándose de su texto preparado, el papa Francisco dijo que recuerda cuando en la escuela le enseñaron sobre los espartanos, que “cuando nacía un niño o una niña con malformaciones los llevaban a la cima del monte y los tiraban desde allí”.

“Nosotros de niños decíamos: ‘¡cuánta crueldad!'”, dijo el papa. “Hermanos y hermanas, nosotros hacemos lo mismo, con más crueldad, con más ciencia. El que no sirve, el que no produce es descartado. Esta es la cultura del descarte, los pequeños no son queridos hoy”.

“El que cuida a los pequeños está de la parte de Dios y vence la cultura del descarte, que por el contrario tiene predilección por los poderosos y considera inútiles a los pobres”, él dijo. “El que prefiere a los pequeños proclama una profecía de vida contra los profetas de muerte de todo tiempo”.

Solamente con sabiduría motivada por el amor y la caridad hacia los demás puede encontrarse la verdadera fortaleza, él dijo. Los cristianos no están llamados a simplemente admirar a los santos como padre Pío, sino a imitar sus maneras de luchar contra el mal “con la humildad, con la obediencia, con la cruz, ofreciendo el dolor por amor”.

La oración, él dijo, es “un gesto de amor” que en muchos casos es suprimido por excusas y lleva a que los cristianos olviden que sin Dios “no podemos hacer nada”.

“Tenemos que preguntarnos: ¿nuestras oraciones se parecen a las de Jesús o se reducen a una llamada de emergencia ocasional? O las usamos como calmantes que se toman en dosis regulares para aliviar el estrés?”, preguntó el papa.

Padre Pío reconoció durante toda su vida que la oración “cura a los enfermos, santifica el trabajo, eleva la asistencia sanitaria y dona fuerza moral”, él dijo.

El papa Francisco comenzó su día de tributo a san Pío con una visita temprano en la mañana a Pietrelcina, donde el santo capuchino nació en 1887.

Centenares de personas esperaron fuera de la plaza de la Capilla de los Estigmas, que aloja un pedazo del olmo en que san Pío se sentó cuando por primera vez recibió los estigmas — heridas en sus pies, manos y costado correspondiendo a las que Jesús sufrió durante la crucifixión — en septiembre de 1918.

El papa Francisco entró a la capilla, donde oró en privado unos minutos antes de dirigirse hacia la plaza a saludar a los fieles.

Parado ante un icono de padre Pío cuando era joven llevando en sus manos las heridas de la crucifixión de Cristo, el papa dijo que fue en Pietrelcina que el futuro santo “fortaleció su propia humanidad, donde aprendió a orar y a reconocer en los pobres la carne de Cristo”.

“Él amaba la iglesia, el amaba la iglesia con todos sus problemas, con todas sus aflicciones, con todos sus pecados — porque todos somos pecadores; sentimos vergüenza — pero el espíritu de Dios nos ha traído aquí a esta iglesia que es sagrada. Y él amaba la iglesia sagrada y a sus hijos pecadores, a todos. Este era san Pío”, dijo el papa Francisco.

Recordando el momento en la vida de padre Pío cuando regresó a Pietrelcina mientras estaba enfermo, el papa dijo que el santo capuchino “se sentía avasallado por el diablo” y temía caer en el pecado.

El papa le preguntó a la gente si creían que el diablo existe. Cuando solo unos cuantos respondieron, él les dijo que no parecía que “ellos estuvieran totalmente convencidos”.

“Tendré que decirle al obispo que dé un poco de catequesis”, él dijo bromeando. “El diablo existe o no?”.

“¡Sí!”, respondió la multitud en alta voz.

Los cristianos, él continuó, deben seguir el ejemplo del santo capuchino que no cayó en desespero, sino que encontró refugio en la oración y puso su confianza en Cristo.

“¡Toda la teología está contenida aquí! Si tienes un problema, si estás triste, si estás enfermo, abandónate a los brazos de Jesús”, dijo el papa.

 

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