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Joven mártir es símbolo de esperanza para sacerdotes de México, dicen funcionarios

Junno Arocho Esteves | Catholic News Service

ROMA — El heroísmo del santo más nuevo de México, san José Sánchez del Río, debe infundir valentía a los sacerdotes de la nación para continuar su ministerio con confianza en Dios, dijo el vicepostulador de la causa de joven santo.

Para los sacerdotes de México, especialmente aquellos que denuncian la actividad de los narcotraficantes y se encuentran amenazados, la vida de José es un llamado a colocar su “confianza plana en Dios”, dijo Antonio Berumen,el vicepostulador, a Catholic News Service el 14 de octubre.

“Llega el momento en que, evidentemente, tenemos que vivir pasando tiempos difíciles, pero al final el mensaje de José es ‘confío en ti'”, él dijo. “Es confianza completa en Dios y tener la seguridad de que hay alguien que actúa y continúa actuando en las vidas de los hombres y las mujeres”.

Mientras el papa Francisco declaraba siete santos nuevos el 16 de octubre, uno de los tapices que colgaban de la fachada de la Basílica de San Pedro mostraba a un joven con pantalones vaqueros y camisa blanca.

En sus manos, el José de 14 de años de edad sostiene un rosario y una rama de palma, símbolos de su inquebrantable fe y martirio. Un rastro de sangre se ve a sus pies junto con una sola bala, simbólicos de la tortura y la manera de morir que él soportó a manos de sus captores.

El martirio de José Sánchez del Río, quien murió en 1928 durante medidas enérgicas del gobierno contra los católicos, tiene un nuevo significado hoy día en medio de la violencia en México.

El asesinato de tres sacerdotes en septiembre fue el más reciente en una perturbadora tendencia de ataques contra sacerdotes en todo el país. Según el Centro Católico Multimedial, 15 sacerdotes han sido asesinados en México durante los últimos cuatro años.

Aunque la mayoría de la gente cree que los asesinatos fueron cometidos por narcotraficantes que querían enviarle un mensaje a aquellos que se oponen a ellos, los funcionarios gubernamentales enfrentan crítica, no solo por minimizar la gravedad y la frecuencia de los ataques, sino también por sus intentos de culpar a las víctimas por sus propias muertes.

La reciente muerte de padre José Alfredo López Guillén, sacerdote muy acogido en Michoacán que fue secuestrado y encontrado una semana después con cinco heridas de balazos en el estómago, llamó la atención a la ferocidad de los narcotraficantes dispuestos a asesinar miembros del clero que hablen abiertamente contra ellos.

Sin embargo, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, afirmó que el sacerdote fue visto en un vídeo de vigilancia en un hotel local con un niño pequeño, insinuando que él pudo haber sido pederasta y murió debido a sus actos.

José Sánchez del Río 2

Pero, llamando “irresponsable” al gobernador, la madre del niño en el vídeo inmediatamente presentó una querella declarando que el vídeo muestra a su hijo con su padre, no con el sacerdote. El intento de desacreditar la reputación del sacerdote también atrajo la ira de funcionarios eclesiásticos locales que exigieron una disculpa del gobernador.

Los feligreses del padre López en Janamuato también se apresuraron a la defensa del finado sacerdote y dijeron que él dedicó su vida sacerdotal a ayudar a los jóvenes del pueblo a superar la adicción a las drogas y el alcohol, acción que muy probablemente enfureció a los narcotraficantes locales.

El obispo auxiliar Jaime Calderón Calderón de Zamora, Michoacán, dijo a periodistas en Roma el 14 de octubre que las muertes de sacerdotes como padre López continúan el legado de san José Sánchez del Río, quien de cara a una muerte certera continuó anunciando la verdad del Evangelio.

“Los asesinatos de nuestros sacerdotes muestran que ellos están allí, están allí con la comunidad, están allí con los que sufren”, él dijo. “Y para nosotros esto es también señal y testimonio de que la violencia no será vencida con más violencia”.

“Con una convicción siempre mayor veo en el comportamiento de nuestros sacerdotes que lo que llevamos puede forjar nuevas relaciones que edificarán un México más pacífico con justicia, verdad, rectitud, pero sobre todo con amor”, dijo el obispo Calderón.

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