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Reconociendo un milagro, Papa abre camino a beatificación de Juan Pablo I

Carol Glatz | Catholic News Service

El Papa Juan Pablo I camina en el Vaticano en 1978. El Papa Francisco ha reconocido un milagro atribuido a la intercesión del Papa Juan Pablo I, abriendo el camino para su beatificación. (Foto de archivo CNS/L’Osservatore Romano)

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CIUDAD DEL VATICANO — El Papa Francisco ha firmado un decreto reconociendo un milagro atribuido a la intercesión del Papa Juan Pablo I, abriendo así el camino a su beatificación.

El Papa italiano sirvió sólo 33 días como pontífice; murió en los aposentos papales el 28 de septiembre de 1978, a la edad de 65 años, conmocionando al mundo entero y a una iglesia que acababa de llorar la muerte de San Pablo VI.

El Vaticano anunció la decisión del Santo Padre el 13 de octubre, junto con otros decretos de santidad.

En la causa de santidad del Papa Juan Pablo I, el milagro aprobado involucra a una joven en Buenos Aires, Argentina, quien desarrolló un caso severo de encefalitis aguda y convulsiones cerebrales incontrolables — y potencialmente mortales. Finalmente, ella entró en shock séptico.

Después de que los médicos dijeron a los miembros de la familia que la muerte de la joven era “inminente”, el sacerdote local alentó a la familia, a las enfermeras, y a otras personas a orar al difunto Papa por su intercesión, según dice el sitio web de la Congregación para las Causas de los Santos. Un panel de expertos que estudió la causa determinó que no había una explicación científica para su completa recuperación en el 2011 y que podría atribuirse a la intercesión del difunto pontífice.

El Vaticano no anunció de inmediato una fecha para la ceremonia de beatificación.

Aunque el suyo fue uno de los papados más cortos de la historia, el Papa Juan Pablo dejó una impresión duradera en la iglesia, que lo recuerda con cariño como “el Papa sonriente”.

Su lema papal, “Humilitas” (“Humildad”) no sólo enfatizaba una virtud cristiana, sino que también reflejaba su carácter realista y sus humildes comienzos.

Nacido como Albino Luciani en la pequeña ciudad montañosa italiana de Canale D’Agordo el 17 de octubre de 1912, el futuro Papa — junto a sus dos hermanos y una hermana — vivía en la pobreza y, a veces, se iba a dormir con hambre.

A pesar de su débil salud y pobreza, su padre lo animó a ingresar al seminario menor. Y así lo hizo, regresando a su ciudad natal durante los veranos donde, a menudo, se le veía trabajando en el campo con su sotana negra.

Fue ordenado sacerdote en 1935 y nombrado Obispo de Vittorio Veneto en diciembre de 1958 por San Juan XXIII. Más de 10 años después, fue nombrado patriarca de Venecia por San Pablo VI y creado cardenal en 1973.

Durante su tiempo como patriarca de Venecia, el entonces Cardenal Luciani fue conocido por su dedicación a los pobres y discapacitados; una vez pidió a los sacerdotes de su diócesis que vendieran objetos de oro y plata para beneficiar a un centro para personas con discapacidades. Liderando con el ejemplo, inició la recaudación de fondos subastando una cruz pectoral y una cadena de oro, que le regaló San Juan XXIII — y que una vez perteneció al Papa Pío XII.

Su elección sorpresa, después de la muerte de San Pablo VI, no le impidió continuar con su humilde manera de vivir, como rechazar el uso de la tradicional tiara papal y llamar a su primera misa como Papa la “inauguración” de su ministerio papal en lugar de una coronación.

“Tratemos de mejorar la iglesia volviéndonos mejores nosotros mismos”, expresó el 13 de septiembre de 1978. “Cada uno de nosotros y toda la iglesia podría recitar la oración que estoy acostumbrado a recitar: ‘Señor, tómame como soy, con mis defectos, con mis carencias, pero haz que me convierta en lo que tú quieres que sea'”.

Entre los otros decretos firmados el 13 de octubre, el Papa reconoció el martirio del padre argentino Pedro Ortiz de Zárate y del padre jesuita italiano Giovanni Antonio Solinas, asesinados el 27 de octubre de 1683 en Abra de Zenta, Argentina.

Ellos se encontraban evangelizando la zona montañosa del norte de Argentina con 10 laicos, incluyendo indígenas locales. Los dos sacerdotes fueron torturados y asesinados por miembros de dos comunidades indígenas locales. El reconocimiento de su martirio abre el camino a su beatificación, mientras que para su canonización sería necesaria la aprobación de un milagro.

Los otros decretos aprobados por el Papa Francisco reconocieron:

— Un milagro atribuido a la intercesión de la Hermana Ana Julia Duque Hencker, fundadora colombiana de las Hermanas de la Anunciación, fallecida en 1993. No se anunció la fecha de su beatificación.

— Las virtudes heroicas del padre español Diego Hernández González, quien sobrevivió al trabajo forzoso durante la persecución de la Guerra Civil española y pasó a dedicar su vida a los enfermos y a fundar una escuela para enseñar a mujeres jóvenes a leer y escribir. Nació en 1915 y murió en 1976.

— Las virtudes heroicas del franciscano italiano P. Giuseppe Spoletini, que se dedicó especialmente a mostrar la misericordia de Dios al administrar el sacramento de la reconciliación. Ayudó a ocultar a personas buscadas por los nazis alemanes y los fascistas italianos durante la Segunda Guerra Mundial en Italia. Nació en 1870 y murió en 1951.

— Las virtudes heroicas de la hermana francesa Magdeleine Hutin, quien se inspiró en la vida y los escritos del Beato Carlos de Foucauld y fundó la Fraternidad de las Hermanas de Jesús en Argelia. Nació en 1898 y murió en 1989.

— Las virtudes heroicas de la hermana italiana Elisabetta Martínez, fundadora de la Congregación de las Hijas de Santa María de Leuca. Nació en 1905 y murió en 1991.

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