Les cuento algo que me pasó recientemente. Por lo
general me considero una persona consciente de mi vida
interior. Podemos decir que es parte de ser una hermana
religiosa, ¿no? Bueno
empecé a tener
dificultad en concentrarme en mi oración.
Sinceramente, no sabía porqué. Al final del
día, tomé unos 20 minutos para repasar el
día en clima de oración, conversando con
Jesús sobre todo lo que había sucedido.
Con gratitud pude reconocer muchos dones y gracias recibidas
a lo largo de la jornada. Al revisar todo lo que había
pasado en el día, me dí cuenta que me
había puesto de mal humor por una tentación al
medio día. Después empecé a preocuparme
por algo. Después de esto empecé a preocuparme
por estar preocupada. Círculo vicioso
Estaba
tan envuelta en eso, que no me había dado
cuenta
había perdido el sentido de todo lo
bueno que había recibido, y había perdido la
paz.
Con el examen diario me fue posible volver a identificar las
gracias recibidas y crecer en gratitud hacia Dios, tanto como
reconocer mis puntos débiles y las formas en que
dejé perder la paz. Pude presentarle a Dios lo que me
preocupaba y dejarlo ir en sus manos. Me ayudó
también poder ofrecerle el día siguiente , con
sus posibles desafíos y poder pedir su gracia con la
confianza que Dios estaría conmigo en todo.
San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, sugiere
cinco pasos para el examen de conciencia. Existe
también el examen de conciencia que utilizamos para
ver la moralidad de nuestras acciones y actitudes, como
cuando nos preparamos para el sacramento de la
Reconciliación. Pero aquí hablamos del examen
diario, el examen que nos invita a tomar pausa para reconocer
la acción de Dios en nuestra vida. Los dos tipos de
examen son relacionados, pero a la vez distintos.
El examen diario (algunos lo llaman la Pausa Ignaciana) es
una oración en la cual tomamos tiempo para repasar el
día, junto con Dios. Más que ver solo las
fallas, es una forma de ver cómo Dios actúa en
nosotros y si hay realidades en nosotros que bloquean la
plena realización de su plan en nuestras vidas.
Hay muchas formas de realizar el examen diario. Aquí
les ofrezco un esquema sencillo:
Examen diario
Presencia
Reconoce la presencia de Dios quien te ama y desea este
tiempo contigo. Escoge un lugar de silencio donde puedas orar
sin interrupciones.
Revisión del día
Repasa el día entero en compañía de
Dios, desde el primer momento hasta ahora. Pide la luz del
Espíritu Santo para reconocer no sólo tus
acciones u omisiones, sino también los movimientos de
tu corazón. ¿Dónde sentiste paz o
alegría? ¿Cuándo sentiste tristeza,
ansiedad, u otro sentimiento?
Gratitud
Nombra tres gracias recibidas. Toma unos momentos para
recordarlas y agradecerle a Dios. Este punto es tan
importante, que algunos autores lo consideran el segundo
punto, antes de la revisión del día. Lo
importante es no omitir esta parte de abrirnos a reconocer
todo lo bueno que Dios nos da.
Contrición
Con sencillez y confianza en la misericordia de Dios, pide
perdón a Dios por las veces que no correspondiste a su
gracia. Si es algo grave, busca la forma de reconciliarte con
la persona ofendida tanto como acercarte al sacramento de la
Reconciliación.
Gracia
Con mayor reconocimiento de ti mismo y de la acción
amorosa de Dios, preséntale a Dios la realidad del
día siguiente, pidiendo la gracia para seguir su plan
para ti, y de permanecer en la presencia de Dios.
Les cuento algo que me pasó recientemente. Por lo
general me considero una persona consciente de mi vida
interior. Podemos decir que es parte de ser una hermana
religiosa, ¿no? Bueno
empecé a tener
dificultad en concentrarme en mi oración.
Sinceramente, no sabía porqué. Al final del
día, tomé unos 20 minutos para repasar el
día en clima de oración, conversando con
Jesús sobre todo lo que había sucedido.
Con gratitud pude reconocer muchos dones y gracias recibidas
a lo largo de la jornada. Al revisar todo lo que había
pasado en el día, me dí cuenta que me
había puesto de mal humor por una tentación al
medio día. Después empecé a preocuparme
por algo. Después de esto empecé a preocuparme
por estar preocupada. Círculo vicioso
Estaba
tan envuelta en eso, que no me había dado
cuenta
había perdido el sentido de todo lo
bueno que había recibido, y había perdido la
paz.
Con el examen diario me fue posible volver a identificar las
gracias recibidas y crecer en gratitud hacia Dios, tanto como
reconocer mis puntos débiles y las formas en que
dejé perder la paz. Pude presentarle a Dios lo que me
preocupaba y dejarlo ir en sus manos. Me ayudó
también poder ofrecerle el día siguiente , con
sus posibles desafíos y poder pedir su gracia con la
confianza que Dios estaría conmigo en todo.
San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, sugiere
cinco pasos para el examen de conciencia. Existe
también el examen de conciencia que utilizamos para
ver la moralidad de nuestras acciones y actitudes, como
cuando nos preparamos para el sacramento de la
Reconciliación. Pero aquí hablamos del examen
diario, el examen que nos invita a tomar pausa para reconocer
la acción de Dios en nuestra vida. Los dos tipos de
examen son relacionados, pero a la vez distintos.
El examen diario (algunos lo llaman la Pausa Ignaciana) es
una oración en la cual tomamos tiempo para repasar el
día, junto con Dios. Más que ver solo las
fallas, es una forma de ver cómo Dios actúa en
nosotros y si hay realidades en nosotros que bloquean la
plena realización de su plan en nuestras vidas.
Hay muchas formas de realizar el examen diario. Aquí
les ofrezco un esquema sencillo:
Examen diario
Presencia
Reconoce la presencia de Dios quien te ama y desea este
tiempo contigo. Escoge un lugar de silencio donde puedas orar
sin interrupciones.
Revisión del día
Repasa el día entero en compañía de
Dios, desde el primer momento hasta ahora. Pide la luz del
Espíritu Santo para reconocer no sólo tus
acciones u omisiones, sino también los movimientos de
tu corazón. ¿Dónde sentiste paz o
alegría? ¿Cuándo sentiste tristeza,
ansiedad, u otro sentimiento?
Gratitud
Nombra tres gracias recibidas. Toma unos momentos para
recordarlas y agradecerle a Dios. Este punto es tan
importante, que algunos autores lo consideran el segundo
punto, antes de la revisión del día. Lo
importante es no omitir esta parte de abrirnos a reconocer
todo lo bueno que Dios nos da.
Contrición
Con sencillez y confianza en la misericordia de Dios, pide
perdón a Dios por las veces que no correspondiste a su
gracia. Si es algo grave, busca la forma de reconciliarte con
la persona ofendida tanto como acercarte al sacramento de la
Reconciliación.
Gracia
Con mayor reconocimiento de ti mismo y de la acción
amorosa de Dios, preséntale a Dios la realidad del
día siguiente, pidiendo la gracia para seguir su plan
para ti, y de permanecer en la presencia de Dios.
Lectura recomendada sobre temas relacionados: Abre tu
corazón y recibe la paz, P. Gustavo E. Jamut. San
Pablo: Buenos Aires, 2015; y La libertad interior, Jacques
Philippe. RIALP: Madrid, 2014.