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Miércoles de Ceniza

Estimados hermanos y hermanas en Jesucristo:

La temporada de Cuaresma será diferente este año porque ocurre durante una época singular: el Año del Jubileo de la Misericordia. De por sí, misericordia significa bondad generosa, fiel y compasiva. ¡La misericordia tiene rostro! Según el Papa Francisco: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre” (cf. Misericordiae Vultus, no. 1).

Al anunciar el Año del Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco pidió que “la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios” (ibid., no. 17). De manera que, en esta Cuaresma, nosotros mismos vamos a experimentar la misericordia de Dios proveniente de Jesucristo, el propio Hijo de Dios, y a ofrecer misericordia a los demás, en particular a quienes tengan una necesidad real de cualquier naturaleza. Entonces, la misericordia tiene otro rostro: la compasión, el perdón, la asistencia y el cuidado dados a nuestros hermanos y hermanas.

Por medio de una oración más intencional e ininterrumpida, encontramos a la Misericordia Encarnada en la palabra de Dios y a través de una señal externa en cada uno de los Sacramentos, particularmente en la Penitencia y la Sagrada Eucaristía. El Sacramento de la Penitencia se ofrecerá más ampliamente a todos en cada una de nuestras parroquias todos los miércoles de Cuaresma de 6:30 p.m. a 8:30 p.m. por medio de nuestra participación en la iniciativa La luz está encendida para ti. Además, por medio de actos de penitencia o mortificación, como el ayuno, nos liberamos y disciplinamos más con el fin de escuchar la palabra de Cristo y abrazar al Señor en la oración y los Sacramentos.

La limosna-el acto de dar con generosidad a los necesitados-adquiere un enfoque importante en esta Cuaresma porque al darla manifestamos la misericordia de Dios. Como dice claramente el Papa Francisco en el mensaje que nos envía en esta Cuaresma: Mediante las [obras] corporales … tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales” (cf. Mensaje de Cuaresma de Su Santidad el Papa Francisco, 2016, no. 3). Una forma tangible de practicar las obras corporales de misericordia consiste en participar en la iniciativa del plato de arroz patrocinada por los Obispos Católicos de los Estados Unidos y Catholic Relief Services. Es una forma que nos permite ayudar a aliviar el azote del hambre mundial.

La Cuaresma se nos da como discípulos de Cristo y miembros de su Cuerpo, la Iglesia, para que podamos recuperar nuestra dignidad bautismal y vivir más auténticamente como seguidores de Cristo. La Cuaresma es la temporada propicia para acercarnos más a Jesucristo, Misericordia Encarnada, con el fin de convertirnos en heraldos convincentes de misericordia (cf. Op. cit., no. 25) y seguir siéndolo todo el año, toda la vida. Sí, la Cuaresma de este año es diferente, puesto que cada uno de nosotros al encontrarse con Jesucristo, Misericordia Encarnada, y transformarse por medio de ello, se convierte en misericordia encarnada para todos los que encontremos a nuestro paso.

Unidos a ustedes en el camino de la Cuaresma, me suscribo,

Fielmente en el Corazón de Cristo,

Monseñor Paul S. Loverde

Obispo de Arlington

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