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Obispo: Hay que cambiar la indiferencia hacia refugiados

Kelly Seegers | Catholic News Service

El obispo auxiliar Mario E. Dorsonville, de Washington, habla sobre la situación de los refugiados el 19 de junio en el National Press Club de Washington. El evento, un día antes del Día Mundial del Refugiado, fue organizado por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. CNS

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WASHINGTON — Es importante que el mundo deje de rechazar la situación difícil de los refugiados del mundo y en vez, exprese solidaridad con ellos, dijo el obispo auxiliar Mario E. Dorsonville de Washington el 19 de junio, durante un evento presentado por Servicios de Migración y Refugiados, de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), realizado el día antes de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.

El obispo Dorsonville señaló que con 22.5 millones de refugiados mundialmente “el tamaño y el alcance del problema podría llamarnos a rendirnos y cuestionar nuestro trabajo”, pero es “importante que no levantemos las manos en desesperación, ni retrocedamos hacia la tranquilidad de nuestros hogares … y al hacerlo ignoremos la tragedia del desplazamiento global”.

El obispo Dorsonville señaló que los refugiados son hechos a la imagen de Dios y son hijos, esposos, esposas, jóvenes y viejos, ricos y pobres.

“Cada uno tiene una historia que contar … si solamente se le diese la oportunidad de hacerlo”, él le dijo a los líderes gubernamentales, eclesiásticos y de organizaciones sin fines de lucro reunidos para el anuncio.

Al ayudar al refugiado “podemos confiar en el hecho de que hemos respondido al mandamiento de Jesús de acoger al forastero, alimentar al hambriento y vestir al desnudo”, añadió el obispo Dorsonville.

El obispo Dorsonville, inmigrante Colombiano, recordó la dificultad de despedirse de su patria y su gente. No obstante, él dijo, está agradecido por estar en este país y por la gente que lo acogió y le demostró una “cultura de amor”.

“Tuve sed y encontré alguien que me dio de beber”, él dijo. “He visto tantos rostros sedientos que me recuerdan a mí mismo y en ellos veo a Jesús”.

En muchos casos los refugiados enfrentan trauma al ser expulsados de sus hogares hacia campamentos urbanos con mucha explotación, señaló el obispo Dorsonville, y “es nuestra obligación moral y responsabilidad ayudar a las personas que se encuentran en tales situaciones”.

La Iglesia Católica enseña que los individuos tienen el derecho a emigrar y vivir en sus propios países de una manera que sostenga la vida familiar, dijo el obispo Dorsonville. La USCCB ha ayudado a más de 1 millón de refugiados a restablecerse en Estados Unidos.

“Un refugiado no es un criminal; un refugiado es un hijo o hija de Dios”, dijo el obispo Dorsonville, añadiendo: “Un refugiado es la sonrisa de Dios para el mundo” debido al amor y la esperanza que ellos traen.

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