Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Para mí es un gran privilegio saludarlos en esta primera Navidad
como su obispo. Estoy sumamente agradecido por la amable bienvenida que me han
dado y por el ofrecimiento de sus continuas oraciones.
En la Navidad cantamos el himno “Alegría al mundo”. Sin embargo,
este es mucho más que un villancico navideño. Representa la esperanza y la
oración profundamente arraigadas dentro de nuestro corazón. La alegría
verdadera y perdurable se encuentra solamente en una íntima relación con Jesús,
el Hijo de Dios, el Hijo de María, el Salvador del Mundo.
Al celebrar la gran fiesta de la Navidad, renovemos el compromiso
de mantenernos cerca del Señor al asistir fielmente a la Misa, celebrar con
frecuencia la misericordia de Dios en el Sacramento de la Penitencia, rezar a
diario e imitar el servicio humilde y sacrificial del Señor, particularmente
con nuestro cuidado compasivo de los más necesitados. Al vivir de esa forma,
conoceremos la verdadera alegría y seremos instrumentos para llevar ese
precioso don a todo el mundo.
Elevo mis oraciones con la esperanza de que por la intercesión de
María y José, nuestro Señor Jesús los bendiga en abundancia con su paz y
alegría en toda la temporada de la Navidad y siempre.
Fraternalmente en Cristo,
Monseñor Michael F. Burbidge
Obispo de Arlington
© Arlington Catholic Herald 2016