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La fe sin vacaciones

Padre Eliberto Garcia

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Llegaron las esperadas vacaciones de verano y con ellas, los viajes familiares, los picnics, los campos de verano, la playa, los ríos etc.

Es, sin duda alguna, un tiempo maravilloso para salir de la rutina y compartir la vida con tantas personas en lugares maravillosos que el Creador nos dio. Nos preparamos para este tiempo haciendo muchos planes y comprando lo necesario para vivirlo con la mayor alegría. No nos importa mucho el alto costo de los pasajes aéreos o que haya mucha gente en las carreteras, sólo queremos vivir este hermoso tiempo con toda la pasión. Pero desafortunadamente, existe una realidad que afecta a muchos creyentes, todos estos planes vacacionales a veces, son para muchos, la excusa para darle vacaciones a la fe.

No es una crítica sin fundamento, es un comentario soportado por mi experiencia en el confesionario; por lo cual, me alegro al poder escribir este artículo y a través de éste, invitar a nuestros hermanos católicos a que disfrutemos las vacaciones, pero sin darle vacaciones a la fe.

Alguien podría decir, yo soy creyente y llevo mi fe a todas partes. Eso es verdad, pero es necesario recordar las cualidades de la fe; que no es sólo la aceptación de Dios y la certeza que Él nos cuida. Hay que ir más allá. La fe es obediencia, generosidad y entrega al Señor.

Para poder mantener esas características esenciales de la fe, es necesario cinco cosas: La oración, por la cual nos mantenemos en un diálogo continuo con Dios. La lectura de la Palabra de Dios, la cual nos presenta las enseñanzas de Jesús que inspiran nuestros deseos de hacer la voluntad de Dios. Los sacramentos — especialmente la Eucaristía — por la cual entramos en comunión de amor con Jesús. Las obras de caridad, y la unión inseparable con la Iglesia.

En otras palabras, nuestra relación de fe con Dios debe ser como la de unos enamorados, siempre juntos, aún en la distancia, sin perder la conexión. Por eso, aunque estemos de vacaciones, a la fe, y todo lo que hace que ella sea más fuerte en nosotros, no le podemos dar vacaciones.

Me insistían los sacerdotes formadores en el seminario durante mi tiempo de estudios, salgan a descansar y aprovechen sus vacaciones, pero no le den vacaciones a la oración. Hoy estoy convencido de eso, podemos disfrutar de todo — para eso lo creó Dios — pero nunca olvidemos las cosas del Señor.

El Padre Eliberto Garcia es el vicario parroquial de la Catedral Santo Tomás Moro en Arlington.

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