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Carmen Briceno

Dios te ha creado y te ha llamado

Carmen Briceño

Adobestock.

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Nuestra galaxia, la Vía Láctea, es una de las miles de millones de galaxias que, se estima, existen. Tan solo en nuestra galaxia existen más de 100 billones de estrellas; cada una de esas estrellas con posibles sistemas solares. Una de esas billones de estrellas en la Vía Láctea es nuestro sol, el centro de nuestro sistema solar. Nuestro sistema solar no sólo está formado por una estrella y ocho planetas, sino también de innumerables cuerpos más pequeños, como planetas enanos, asteroides y cometas. ¡Además, los planetas de nuestro sistema solar (y hasta alguno de los asteroides) tienen más de 200 lunas en órbita! Si nos enfocamos en nuestro planeta, los científicos han estimado que existen alrededor de 8,7 millones de especies de plantas y animales, de las cuales hasta ahora sólo se han identificado y descrito alrededor de 1,2 millones de ellas, la mayoría insectos. También sabemos que hay 8,1 billones de personas que existen en la Tierra.

Con esta perspectiva, se nos quita el aliento cuando pensamos que Dios, el Creador de los cientos de millones de galaxias, billones de estrellas, millones de especies de animales y plantas, y billones de personas, tiene un amor y un plan personal, único, y exclusivo para ti. ¡Es increíble! Podríamos decir junto al salmista, “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido, digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?”

¡Este es el Dios al que tenemos el privilegio de servir! El Dios del universo, creador de todo lo que existe, no sólo te creó, sino que te quiere hacer partícipe de su vida y acción salvadora.

Para Dios no somos un objeto reemplazable. Por ejemplo, si yo necesito escribir algo, utilizo un bolígrafo y al terminar de usarlo lo guardo de nuevo. Si se le acabó la tinta, lo boto o lo reemplazo por uno nuevo. Dios no es así con nosotros. Cada persona es una imagen exclusiva, irrepetible y original de Dios. Él no nos “utiliza” como objetos, sino que nos hace hijos, herederos, y cooperadores. ¡Esto es realmente extraordinario!

Es cierto que Dios es Todopoderoso y técnicamente no nos necesita, ya que se basta a sí mismo. Sin embargo, desea hacernos partícipes de su vida y acción redentora. Esto lo vemos evidenciado en el milagro de la multiplicación de los panes y peces. Jesús no necesitaba nada para hacer el milagro, pero eligió usar lo poco que le ofrecieron sus discípulos y lo multiplicó milagrosamente. Pero esto no es todo, cuando los multiplicó se los regresó a los apóstoles para que ellos mismos participaran de su distribución — los hizo partícipes de su milagro. Fueron ellos quienes distribuyeron el pan y quienes recogieron las 12 canastas llenas de sobras. Jesús, la fuente del milagro, convirtió a sus apóstoles en cauces. Él quiere hacer lo mismo con cada uno de nosotros.

Esto significa que la próxima vez que vayas al trabajo debes hacerlo con una perspectiva renovada y recordar que el Creador de las galaxias quiere que seas cauce de su bondad a través de ese trabajo que Él mismo te ha dado. Quiere que la próxima vez que veas a tus hijos te des cuenta de que te ha hecho partícipe de su obra creadora. Quiere que tengas una perspectiva mucho más grande que la mirada miope que, tantas veces, tienes.

Debemos sentirnos inmensamente agradecidos, humildes y privilegiados de formar parte de la obra creadora y redentora de Dios. Agradecidos porque ha hecho un universo vasto para maravillarnos y nos ha dado todo lo que tenemos como expresión de su amor. Humildes, porque a pesar de que somos tan poca cosa, Él nos llama y nos hace partícipe de su vida divina. Finalmente, debemos sentirnos privilegiados, ya que de todas las cosas del universo que Él ha creado nos eligió a nosotros los hombres para ser imagen suya.

Briceño, una virgen consagrada, se dedica a la evangelización a través del arte con su ministerio sacredprint.com.

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