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Carmen Briceno

Los verdaderos superhéroes

Carmen Briceño

ADOBESTOCK

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¿Sabías que desde el año 2000 se han hecho más de 55 películas de superhéroes y nada más la película de Avengers que se estrenó en 2019 recaudó más de 2 billones de dólares? Esto nos muestra que a nivel mundial al público le fascina las películas de acción y de superhéroes. Desde niños pequeños hasta adultos, millones de personas pasan horas viendo películas de hombres y mujeres que luchan contra el mal, que tienen súper poderes y dan su vida para salvar al mundo.

Muchas veces estos superhéroes tienen un pasado triste o no muy bueno, pero lo logran superar al ver que han sido dotados con poderes que los hacen especiales. Se dan cuenta que tienen un propósito en sus vidas que va más allá de sí mismos y empiezan a usar su poder para el bien de los demás. Desde ese momento, todo cambia.

Al ver estas películas, a los niños se les enciende la imaginación y desean ser como ellos. Sus loncheras, ropa, zapatos, y juguetes llevan su imagen. Juegan como si fueran esos superhéroes y sueñan que algún día ellos también puedan volar, cargar carros, correr rápido, leer mentes, etc. Es por eso que, aún de adultos, siguen yendo al cine para volver a sentir esa ilusión de niño de poder cambiar el mundo.

Todo eso está muy bien, pero la mala noticia es que es un mundo de fantasía. Los niños nunca podrán volar, nunca correrán más rápido que una bala, nunca tendrán súper fuerzas ni podrán leer mentes o desaparecer. Es una ilusión sin realización.

¡La buena noticia es que, sí existen hombres y mujeres que lucharon contra el mal, que fueron dotados con poderes especiales, que tenían un gran propósito, y que dieron su vida para salvar al mundo! ¡Estos hombres y mujeres se llaman santos!

Muchos de ellos, como en las historias de los superhéroes, tuvieron pasados muy tristes y fueron rechazados por los demás. Todo les parecía ir mal hasta que se encontraron con Cristo y entendieron que Dios les tenía una misión personal y especial. En muchos casos Dios les dotó con “súper poderes” (gracias especiales) para poder cumplir su misión.

San Martín de Porres nació en Perú y por ser de raza mezclada fue rechazado por muchos. Sin embargo, Dios lo llamó a ser Dominico y le dio gracias extraordinarias. San Martín podía (por medio de la gracia de Dios) sanar a personas con su oración y también podía bilocar (estar en dos lugares al mismo tiempo). El Padre Pío, sacerdote italiano, aunque no leía mentes, sí podía leer almas, podía bilocar y muchas veces se confrontaba con el diablo. San José Cupertino, aunque tenía poca inteligencia, tenía mucha fe y amor por Dios. Es verdad que él no podía volar, pero sus hermanos Franciscanos lo veían levitar mientras rezaba. ¡Su oración era tan fuerte que literalmente lo elevaba a Dios! San Francisco de Asís y San Antonio de Padua son conocidos por su capacidad de hablar con los animales. Santa Catalina de Alejandría no controlaba mentes, pero sí convertía a todos con los que ella hablaba. Tanto así que el emperador la tuvo que decapitar porque todos los soldados o personas que entraban en contacto con ella se convertían al cristianismo. Santa Juana de Arco tuvo visiones, podía sanar y hasta dirigió un ejército entero para defender a su pueblo con solo 19 años. ¡Los profetas del antiguo testamento podían bajar fuego del cielo, los apóstoles podían hablar múltiples idiomas, sanar con sólo su sombra y hasta resucitar muertos!

¡Lo mejor de todo es que esto no es fantasía! Los santos son personas como tú y como yo que entregaron su vida a Dios, quien los usó para hacer cosas extraordinarias. Es verdad, no todos los santos son superdotados, pero todos tienen una misión. La Madre Teresa no tenía “súper poderes”; sin embargo, el poder de su amor sanó espiritualmente a miles de personas. Con el poder de su fe y liderazgo, San Juan Pablo II pudo derrotar el comunismo. Dios tiene una misión para cada uno de nosotros. No importa nuestros pasado o niveles de inteligencia, Dios nos quiere suyos. Los santos son los que se dejan hacer por Dios y por eso cambian al mundo.

En vez de gastar tanto dinero y tiempo en ver películas de superhéroes de ficción, dediquémonos a conocer y a ver películas de los verdaderos superhéroes, los santos. Que hermoso sería si los niños quisieran vestirse como santos y jugar imitando su vida. ¡Qué tal si les encendemos la imaginación con querer ser verdaderos héroes de Dios! Vale la pena.

A diferencia de los superhéroes de las películas, los santos son reales y se pueden imitar. Nos muestran el camino a seguir porque todos estamos llamados a ser santos.

Briceño, una virgen consagrada, se dedica a la evangelización a través del arte con su ministerio sacredprint.com.

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