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Carmen Briceno

Santos en entrenamiento: Los santos y la Eucaristía

Carmen Briceño

ADOBESTOCK

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Pareciera que cada día hay una nueva dieta con nuevas promesas. Si quieres adelgazar rápido, entonces debes hacer tal dieta; si no quieres envejecer, haz esta otra. Cada dieta tiene sus miles de seguidores que juran por la efectividad de la comida. Come esto, que así comían los paleolíticos; come lo otro, que así comen los mediterráneos que poco envejecen; o los franceses que son delgados, o los japoneses que no tienen tal o cual enfermedad. Y como siempre estamos buscando soluciones rápidas, saltamos de una dieta a otra. ¿Qué pensarían si les digo que hay una comida que si la comen no tendrán más hambre y además tendrán vida eterna?

Jesús nos dijo en la Biblia que él mismo es el pan bajado del cielo. Nos dice que, si vamos a él, nunca tendremos hambre (Jn 6:35) y si comemos de su cuerpo y de su sangre, tendremos vida eterna (Jn 6:51, 54,58). ¿Pero, de que está hablando Jesús? Nos está hablando de la Santa Eucaristía que recibimos todos los domingos (o todos los días) en la Santa Misa.

La Eucaristía no es un símbolo de Jesús o una manera de recordarlo, sino que es real y verdaderamente su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Cada vez que nos acercamos al altar, no estamos recibiendo un pedazo de pan, sino el mismo Jesús. Es verdad, parece pan y sabe a pan, pero no es pan. Este misterio se llama transustanciación. “Por la consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre” (Catecismo de la Iglesia Católica 1376). Esto quiere decir que cuando el sacerdote en la Santa Misa, con las palabras de la consagración, pronuncia las mismas palabras que Cristo dijo en la Última Cena, lo que era pan ya no es pan sino es el mismo cuerpo de Cristo. Es verdad, las apariencias se mantienen (lo que llamamos los “accidentes” en teología) pero lo que es (es decir, la sustancia) ha cambiado radicalmente, es el Cuerpo de Cristo. Es por eso que no cualquiera se puede acercar a recibir la Comunión, ya que como dice San Pablo, “el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena” (1 Cor 11: 29).

Durante siglos han existido muchos milagros eucarísticos donde la hostia no sólo cambia de sustancia (como en cada Misa) sino que Jesús se deja ver tal cual es y la hostia se convierte completamente en el cuerpo de Jesús, o en ocasiones, comienza a sangrar. Muchas veces esto sucede debido a la falta de fe, bien sea de los ministros o de los feligreses. El Beato Carlo Acutis, joven de 15 años, se enamoró de Jesús Eucaristía desde una temprana edad y le pidió a sus papas después de recibir su Primera Comunión que quería recibir a Jesús todos los días. Tanto se enamoró de Jesús que usó su pasión por las computadoras para crear una página web dedicada a milagros eucarísticos.

Uno de los milagros que pueden ver en su página web sucedió en Argentina en 1996 cuando la Eucaristía comenzó a sangrar al consagrarse, y parte de ella se convirtió en tejido humano. Muchos estudios científicos dieron cuenta de que el tejido era parte de un corazón, el músculo del miocardio del ventrículo izquierdo, el cual le da vida a todo el cuerpo. La sangre era del tipo AB, donante universal, y es el mismo tipo de sangre que se encontró en el sudario de Turín. ¿Cómo no enamorarse de Jesús que no sólo nos da su cuerpo sino explícitamente su propio corazón en la Eucaristía? ¡Con razón Carlo Acutis decía que la Eucaristía era su autopista al cielo!

Muchos santos se han dedicado a predicar y a escribir sobre el amor de Jesús en la Santa Comunión. Santa Faustina una vez dijo que si los ángeles fueran capaces de envidiar (los ángeles no pecan y por eso no sienten envidia) nos envidiarían a nosotros los humanos porque podemos recibir a Jesús dentro de nosotros. ¡Ni los querubines, ni los serafines ni ningún ángel de la corte celestial tiene semejante privilegio!

La Madre Teresa siempre fue devota de Jesús en el Santísimo Sacramento. Ella decía que ver e ir al encuentro de Jesús “escondido” detrás de la apariencia del pan es lo que le daba fuerza de ver e ir al encuentro de Jesús “escondido” detrás de la apariencia del pobre. San Tarsicio, un joven romano, dio su vida por defender a la Santa Eucaristía de jóvenes que se la querían robar mientras él le llevaba la comunión a otros cristianos. Santa Clara defendió a su monasterio y protegió a sus monjas de ser atacadas por una horda de sarracenos sacando al Santísimo Sacramento y mostrándoselo a los atacantes por la ventana. San David Galván, sacerdote mártir en la época cristera de México, rezaba todos los días una hora ante el Santísimo Sacramento. Paul Comtois, padre de cinco hijos y vicegobernador de Quebec dio su vida al entrar en una capilla encendida en llamas para salvar al Santísimo Sacramento. Cuando encontraron su cuerpo ya fallecido estaba completamente quemado, pero con su cuerpo había protegido la píxide que contenía las hostias.

Jesús nos da el enorme privilegio de poderlo recibir dentro de nosotros. Nos da su cuerpo para entrar en el nuestro. Ha habido cientos de santos que han entendido este gran misterio y han correspondido a este amor. ¡Seamos nosotros también uno de ellos! ¡Correspondamos a este gran amor! Para eso, les recomiendo las siguientes prácticas para este mes:

  • Leer sobre los milagros eucarísticos en la página web del beato Carlo Acutis: org/es/Liste/list.html
  • Ver el siguiente video de santos en entrenamiento sobre los santos y la Eucaristía: com/watch?v=S54tVX58a0w&t=1391s
  • Ver la película “El Gran Milagro” en Youtube que es sobre la Misa y la Eucaristía: com/watch?v=6PWiiqEV5Cw
  • Leer estas citas Bíblicas sobre la Eucaristía: Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:19-20; Juan 6:33, 50-51, 63-64; 1 Corintios 10:18-21 y 11:23-26.
  • Ir a una Misa entre semana.
  • Pasar 15 minutos en oración ante el Santísimo Sacramento.
  • Rezar por el sacerdote de tu parroquia.
  • Leer algunos himnos eucarísticos de santo Tomas de Aquino.
  • Levántate de madrugada y haz una hora de adoración en una Iglesia que tenga adoración perpetua.
  • Leer lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la Eucaristía (#1322-1419)

Briceño, una virgen consagrada, se dedica a la evangelización a través del arte con su ministerio sacredprint.com.

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