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Carmen Briceno

Santos en Entrenamiento

Carmen Briceño

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¿Alguna vez has pensado que Dios te llama a la santidad?

Pues sí. El llamado a la santidad no es sólo para los religiosos y consagrados, es para todos. ¿No me crees? Esto dice la Biblia, “Pues Dios no nos llamó a vivir en la impureza, sino en la santidad” (1 Tes 4:7). Si es santo el que los llamó, también ustedes han de ser santos en toda su conducta, según dice la Escritura, “Serán santos, porque yo soy santo (1 Pedro 1: 15-16). “Procuren estar en paz con todos y progresen en la santidad, pues sin ella nadie verá al Señor” (Heb 12:14).

El problema es que tenemos una idea errónea sobre la santidad. Pensamos que ser santo significa ser perfecto, pero eso muestra una ignorancia sobre la vida de los santos y la misericordia de Dios. La santidad es la correspondencia de nuestra vida al amor misericordioso de Dios. Precisamente, porque somos pecadores es que Dios nos salva. Si fuésemos perfectos no necesitaríamos de Dios. Muchas veces me parecía que los santos estaban siendo falsos cuando decían que eran de los peores pecadores, pero ahora entiendo que mientras más cerca estamos de Dios, más nos damos cuenta de su grandeza y de nuestra pequeñez. Esto no debería deprimirnos, sino más bien, enamorar que tenemos un Padre tan amoroso que nunca nos deja de llamar a estar con Él.

Decir que la santidad no va con nosotros es peligroso. Recuerden que sólo hay santos en el cielo. La persona que está en el cielo es santa, bien sea que murió en amistad profunda con Dios, o que fue purificada en el purgatorio; pero quien está en el cielo, es santo. No estoy diciendo que todos quienes están en el cielo son santos canonizados. Sólo algunos en el cielo han sido canonizados por la Iglesia como ejemplos a seguir, pero las multitudes de almas que gozan de la presencia de Dios también son santos. Con esto les quiero decir que ¡tenemos que desear la santidad porque decir que no queremos ser santos significa no querer ir al cielo!

Otra excusa que quizás tenemos es que nos parece engreído o presuntuoso desear ser santos. Pero ¿es engreído o presuntuoso que un niño quiera crecer y ser adulto? Lo natural es que un niño crezca; más bien, si no crece física ni mentalmente, sabemos que algo anda mal. Lo mismo ocurre con nuestras almas. Lo normal es que crezcamos en santidad. No es normal ser adultos con cuerpos fuertes y grandes, pero con almas pequeñas. Lo normal debería ser que crezcamos en alma tal como crecemos en cuerpo, pero eso requiere un trato íntimo con Dios.

Quizá piensas que no puedes ser santo debido a tu pasado, pero eso es despreciar la misericordia de Dios. No hay pecado que Él no pueda sanar. Decir que tu pecado es más grande que la misericordia de Dios es decir que su sufrimiento y muerte fueron en vano. Si visitamos la vida de los santos, podemos ver que ha habido santos adúlteros (Rey David y Cyprien Rugumba), alcohólicos (Matt Talbot), drogadictos (Mark Ji Tianxiang), santos que lucharon con la castidad (Agustín), santos niños (Antonietta Meo), jóvenes (Pier Giorgio Frassati), santos que jugaban videojuegos (Carlo Acutis), discapacitados (Darwin Ramos), quienes sufrieron abuso (Anna Yi Si-im), santos que sufrieron depresión (Leonie Martin). Es decir, no tenemos excusa.

El Papa Francisco en su exhortación apostólica sobre la santidad dice, “Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando, ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales” (“Gaudete Et Exultate,” 14).

Les invito a estudiar la vida de los santos porque ellos son los mejores intérpretes del Evangelio. La idea no es copiar al santo, sino aprender de ellos como nuestros entrenadores en la fe.

Quizás les pueda ayudar sintonizar el programa que hago todos los domingos a las 9 p.m. a través de Radio María Spanish, donde discutimos la vida de un santo y entrevistamos a personas que nos cuentan su testimonio y cómo ese santo les ha ayudado en su camino de fe. Pueden buscar el programa en Youtube buscando Radio María Spanish y escribiendo “Santos en Entrenamiento”.

Recuerden, Dios nos llama a la santidad allí donde nos encontramos. Una vez, la hermana de Santo Tomas de Aquino (un genio teológico y sacerdote dominico) le preguntó, qué tenía que hacer para ser santa. Su respuesta fue sólo una palabra, “desearlo”.

Briceño, una virgen consagrada, se dedica a la evangelización a través del arte con su ministerio sacredprint.com.

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